El concurso de Pasapalabra va mucho más allá de la pequeña pantalla. Tanto que en el formato que ha dado el éxito definitivo a Antena 3 ya se habla casi más de lo que pasa en Twitter que de lo que se vive en la televisión. Muchos son los usuarios que a lo largo del día comparten sus experiencias con el concurso, lo que les gusta y lo que no en la cuenta oficial del programa. Tanto es así que, obviamente, no pasan ni una. Y el hecho de que cometan una falta de ortografía en las redes sociales no lo tolera nadie.

Tan notable es la presión del público en redes, que Jose, uno de los últimos concursantes que pasado por el programa ha decidió abrir un hilo en Twitter para relatar cómo vivó la presión del público y los comentarios de los haters en primera persona. "Ahora que ha pasado la vorágine de Pasapalabra, me voy a para un momento a reflexionar sobre el fenómeno #hater, sobre todo ahora que lo he vivido en primerísima persona. Allá va un hilo que procuraré lleno de amor (por contrastar). Desde el primer día que aparecí en Pasapalabra (¡y solo fueron tres, cuatro si contamos en el que me fui!) surgió una ola de odio en redes que hacía que mucha gente sintiera la necesidad de insultarme, ¡incluso citándome, para que me enterara bien de que me odiaban! Partamos de la base de que cualquiera (¡faltaría más!) puede escribir lo que le dé la gana, incluso insultarme si es lo que le parece bien. Lo de citarme ya me parece menos sano. ¿Sería eso lo que haría el insultador si me encontrara por la calle?", comentaba.

Los insultos, por orden de frecuencia, eran "maricón", "repelente", "pedante" e "insoportable", con lo que podemos concluir que más que insultos eran descripciones, porque todas estas palabras se ajustan estrictamente a la realidad. De hecho, ni siquiera se puede considerar un insulto "maricón" (¡y eso que era el primero en orden de frecuencia!), pues un "maricón" no es más que un varón que se enamora de varones. Presente. En realidad, mi reflexión va por otro camino: después de generar tanto #odio como para necesitar escribirlo en un tuit más o menos agresivo (e incluso, a veces, citarme), ¿qué hace el autor del tuit? ¿Se prepara una infusión? ¿Hace los deberes de mates? ¿Sale a dar un paseo? O sea, ¿cómo se gestiona posteriormente ese odio? Cuando uno discute con alguien en persona, la rabia generada se canaliza en la discusión y, posteriormente, en las consecuencias de la discusión: o te reconcilias con el discutido o no. Pero, en este caso... ¿cómo se canaliza el odio generado por un mamarracho que ha concursado en Pasapalabra, al que no conoces de nada, pero que genera esa rabia a muchos tuiteros e instagrameros? Y, mejor aún: ¿qué le pasa a este siglo XXI que hace que nos surjan estos odios? Y todo esto es cosa de redes: la realidad sigue siendo igual. Por la calle la gente es cariñosísima y, el que ha disfrutado conmigo en Pasapalabra me para y me saluda con un buen recuerdo, y al que no le he gustado no me hace ni caso. Lo normal. Por cierto, que todo esto no haga parecer que en las #redes todo el mundo es igual: por descontado que la mayoría de mensajes que he recibido han sido mensajes amabilísimos y llenos de cariño. Yo he procurado contestar a todo el mundo. ¡Perdón si me he dejado a alguien!2.

Pasapalabra lleva años siendo uno de los concursos más vistos y valorados de la televisión. Y ahora es líder indiscutible en su franja horaria. Este martes consiguió la asombrosa cifra de 2.314.000 espectadores, un 21,5% cuota de pantalla. Ya cuando hace años se estrenó en la pequeña pantalla en nuestro país de la mano de Antena 3 el formato consiguió grandes datos de audiencia. Tanto que Telecinco se fijó en el concurso y lo compró y empezó a emitir después de Sálvame y antes de su informativo de noche. Sin embargo una demanda de la productora que tiene los derechos de emisión de este formato a nivel internacional hizo que la principal cadena de Mediaset tuviera que dejar de emitir Pasapalabra hace varios meses. El concurso salió a “concurso” nunca mejor dicho y fue Atresmedia la que se hizo con los derechos.