Arturo Valls es todo un experto en el humor, así que cuando le propusieron protagonizar la serie Dos años y un día, que saca punta del debate sobre los límites de la comedia, no dudó en aceptar e incluso se lanzó a producirla. Además, el papel de la ficción que estrenó este fin de semana la plataforma Atresplayer Premium está hecho casi a su medida. Interpreta a un famoso actor y presentador de concursos que, tras un desafortunado chiste en el pregón de unas fiestas de pueblo, acaba en la cárcel, condenado por un delito de ofensas religiosas.

La trama le ofrece la oportunidad de hacer autoparodia a través de un personaje que ha alcanzado la cima del éxito gracias a la tele y ahora está en horas bajas. “Venía de hacer la película de Camera café y me apetecía moverme en otro registro, explorar la crisis y el agobio permanente de alguien al que han privado de su libertad”, comenta el maestro de ceremonias de Mask singer. De paso, la serie creada y escrita por Raúl Navarro, Miguel Esteban, Sergio Sarriá y Luismi Pérez le permite quitarle brillo al mundo de los vip: “Hablamos de nuestro medio, de esos problemas que puede tener el mundo de la fama, de la interpretación y la televisión”, añade Valls.

La premisa de la que parte Dos años y un día es ficción, pero recuerda a casos similares reales, como las denuncias contra el cómico David Suárez y el actor Willy Toledo. Incluso el protagonista se lleva un tortazo de un desconocido en mitad de la calle, como el gran momentazo de la última gala de los Óscar.

Aunque el punto de partida de Dos años y un día aborda el debate sobre los límites del humor, Valls incide en que luego la comedia va por otros derroteros. Los que vive su personaje en medio de una cárcel con un personal bastante disparatado.