La Opinión de A Coruña

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La incertidumbre económica dispara las tarifas que aplican las plataformas

La subida de las suscripciones a Netflix, Disney+, HBO Max, Apple TV y Amazon Prime Video responde a la necesidad de limitar las pérdidas

Un mando a distancia con pantallas al fondo. | // FERRAN NADEU

Ver series y películas será cada vez más caro. El miércoles pasado, Netflix puso fin a años de rumores y anunció que limitaría la compartición de cuentas entre usuarios para así obtener más ingresos. Tras cerrar 2021 con una subida generalizada de los precios de suscripción, el gigante del streaming rompió otro tabú en noviembre e introdujo un plan más económico que incluye publicidad. Estas medidas no son una anomalía, sino una tendencia que ha llegado para quedarse y que este 2023 se normalizará entre grandes plataformas como Disney+, HBO Max, Apple TV o Amazon Prime Video.

El 19 de octubre de 2015, Netflix desembarcó en España con la intención de masificar las plataformas de consumo de películas y series a la carta. Entonces, su plan más caro costaba 11,99 euros y permitía la conexión simultánea de cuatro dispositivos. Ahora, esa suscripción cuesta 17,99 euros. Otras plataformas más jóvenes han optado por la misma vía y han ido incrementando paulatinamente los costes para acceder a su catálogo. Amazon Prime, Disney+ y Apple lo hicieron en 2022 y HBO Max lo hará en los próximos meses, si bien de momento ese encarecimiento se limitará a EEUU.

Para entender este fenómeno hace falta observar la evolución histórica del streaming. Cuando Netflix aterrizó en España casi no tenía competencia. Desde entonces, el paisaje audiovisual ha cambiado. El gigante capitaneado por Reed Hastings —que dimitió como consejero delegado a principios de enero— popularizó el consumo voraz de películas y series, dando forma a un negocio multimillonario. Conscientes de la oportunidad económica que abría este cambio en los hábitos de consumo, grandes compañías impulsaron sus propias plataformas para conquistar parte del mercado. La proliferación de nuevos actores ha disparado la competencia y, por ende, el pastel se ha tenido que dividir en porciones más pequeñas.

La tormenta perfecta llegó el año pasado, cuando a la atomización del mercado se le sumó la incertidumbre económica y al temor a una recesión. Tras años de fácil acceso al dinero y de crecimiento sostenido de su negocio, la industria se dio de bruces con la realidad. En abril, Netflix informó que había perdido 200.000 suscriptores en el trimestre inicial de 2022, sufriendo su primera pérdida de suscriptores en más de una década. En esos 12 meses, las acciones de la compañía se desplomaron más de un 50% y su capitalización bursátil se redujo a la mitad, disparando las alarmas y poniendo en riesgo la confianza de los accionistas. Aún así, el gigante cerró 2022 con 4.400 millones de dólares de beneficio y con casi 231 millones de suscriptores.

El movimiento tectónico que supuso el retroceso en las suscripciones de Netflix generó un tsunami que arrastró a la industria, evaporando miles de millones de dólares en valoración por el camino. Las participaciones en Warner Bros Discovery, propietaria de HBO Max, perdieron más del 60% de su valor, mientras que las de Disney, que también ha perdido suscriptores, sufrieron una caída de en torno a un 45%. Aunque esas pérdidas responden a más factores que el streaming, sí ilustran un cambio de era en el sector.

“La televisión en streaming está ahora en su adolescencia. Estamos entrando en una fase en la que las plataformas tienen que demostrar a sus inversores que tienen negocios viables” señaló Eric Schmitt, director de investigación de la consultora tecnológica Gartner, al medio estadounidense The Verge.

En pocos meses, los gigantes del streaming han pasado de competir en un mercado que parecía no tener fin a tener que reajustar sus expectativas y adaptarse a la ralentización de su negocio. Como el sector tecnológico, la vía para reducir gastos han sido los despidos. Netflix despidió a 450 empleados en 2022 y podrían ir a más este año. Amazon recortará unos 18.000 puestos de trabajo y Disney otros 7.000, el 3% de su plantilla global, aunque la mayoría de estos despidos responden a otros negocios de estas empresas, no a sus servicios en streaming. Disney+ ha lanzado un plan de suscripción más económico que incorpora anuncios, lo que a priori le permitiría ampliar y diversificar su fuente de ingresos.

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