Cuando Carlos Montero, uno de los creadores de Élite, estaba preparando la exitosa serie sobre los promiscuos chicos de Las Encinas visitó varios institutos pijos de Madrid para inspirarse. Dice que le parecieron “muy normales” para lo que él necesitaba, así que tuvo que recurrir a la imaginación. En Todas las veces que nos enamoramos, su nueva ficción para Netflix, le ha bastado con echar la vista atrás. Natural de Celanova, en Ourense, el guionista y director estudió Comunicación Audiovisual en la Complutense en los 90 y compartió piso con dos compañeros que acabarían triunfando en el cine español: Alejandro Amenábar y Mateo Gil. Ahora echa mano de algunos de aquellos recuerdos para salpimentar la historia romántica de una pareja (Franco Masini y Georgina Amorós) marcada por múltiples encuentros y desencuentros. La producción llega a la plataforma en una fecha muy indicada, hoy 14 de febrero, día de los enamorados.

Con esta nueva propuesta, Montero pretende “darle una vuelta” a un género que le encanta, el de las comedias románticas. Así que se le ocurrió que los protagonistas fueran unos “estudiantes de cine que quieren hacer una comedia romántica y que se vieran envueltos en su propia comedia romántica”. Prefirió ambientar la historia de amor y desamor de Irene (Amorós) y Julio (Masini) a principios de los años 2000, que en las series de ficción considera que están menos representados. “Si me iba a los años 90 me costaba mucho no contar mi vida, y yo no soy ese tipo de guionista. Yo no lo sé hacer, me da mucho pudor”, dice. Así, los ocho episodios, de entre 40 y 54 minutos, seguirán a esta pareja cuya atracción inicial es instantánea, solo para darse cuenta de que no pueden estar juntos, pero no pueden vivir sin el otro.

A lo que sí se atrevió fue a proponerle a Gil y a Amenábar que participaran en la serie. El primero, dirigiendo varios de los ocho capítulos, y el segundo, con un cameo con un Goya de por medio.