El horror del siglo XX quedó plasmado en un cuadro. El Guernica, el mural de Pablo Picasso que simboliza el terror de la Guerra Civil (preludio de lo que poco después ocurriría en el mundo), se convirtió en un símbolo mucho más allá de lo artístico. Dicen que, tras ver imágenes del fatal bombardeo de la aviación fascista que arrasó la localidad vasca la tarde del 26 de abril de 1937, el pintor malagueño se inspiró para crear su obra más política. Una pieza de valor incalculable, pues, según Gemma Tusell, autora de El Guernica recobrado, “está ahí para recordar que tenemos que luchar para que eso no vuelva a ocurrir”. Picasso lo pintó entre mayo y junio de 1937 en París para el pabellón que la Segunda República tenía en la Exposición Universal de la capital francesa. Pero la obra, un encargo del gobierno, no llegó a España hasta 1981. Y tras muchas idas y venidas y negociaciones.

Ahora, cuando se van a cumplir los 50 años de la muerte del pintor malagueño (el 8 de abril), un corto documental titulado Guernica: el último exiliado, que se proyectó en el museo Reina Sofía, narra las peripecias y el largo camino de la obra maestra de Picasso a España. Más de cuatro décadas de viaje que acabaron con una histórica etapa final: del Museo Metropolitano de Nueva York hasta el Casón del Buen Retiro de Madrid, su primera ubicación antes de instalarse en el Reina Sofía en el verano de 1992, donde forma parte de su colección permanente.

Un trayecto que empezó cuando el museo estadounidense cerró sus puertas, con operarios empaquetando la pieza (y todas las que componen el lote del Guernica), y con un vuelo de regreso a Barajas, que generó una expectación fuera de lo normal en el aeropuerto de la capital española.

Una compleja aventura que supuso un golpe de efecto simbólico de la Transición y que se explica en el documental, dirigido por Guillermo Logar, a través de testigos y protagonistas de aquel momento histórico. El Guernica viajó después de la Exposición Universal y fue expuesto en ciudades de todo el mundo con la finalidad de recaudar fondos para los exiliados españoles.

Fue en la ciudad de Nueva York donde permaneció más tiempo hasta ser entregado a las autoridades españolas tras el hallazgo, como apunta el documental, de un recibo que demostró la propiedad española de la obra de Picasso para poner fin así a su exilio.