Gaza sobrevuela la Berlinale

nando salvà

Berlín (Enviado especial)

«Nos faltó compasión... No debemos volver a ser tan unilaterales», declaró hace una semana la directora de la Berlinale, Tricia Tuttle, en referencia a las críticas que el certamen recibió cuando, durante la gala de clausura del año pasado, varios premiados pronunciaron sendos alegatos tanto en favor del pueblo palestino como contra el «apartheid» y el «genocidio» del Gobierno de Netanyahu. Y, visto lo visto, diríase que la solución encontrada por el festival para enmendar ese error ha sido ha sido practicar la unilateralidad en sentido contrario.

En Alemania, donde el sentimiento de culpa por el Holocausto sigue siendo un factor esencial en las políticas públicas, la crítica a Israel se ha convertido en sinónimo de antisemitismo. Y quizá eso ayude a explicar por qué la programación ofrecida este año arroja una clara disparidad en la representación de los dos bandos.

Si la única película palestina exhibida aquí estos días es Yalla Parkour, documental filmado antes de los ataques del 7 de octubre sobre jóvenes gazatís que se dedican a trepar y saltar obstáculos urbanos, los dos títulos israelís presentes funcionan a modo de recordatorio de los 251 rehenes que Hamás tomó: A Letter To David y Holding Liat.

Los asistentes a la presente edición de la Berlinale, que se prolongará hasta el domingo —el mismo día en el que Alemania celebra elecciones , que prometen proporcionar un nuevo éxito a la extrema derecha AfD, islamófoba y cercana a Netanyahu–, han sido advertidos a través de la web del festival contra el uso de retórica potencialmente delictiva. Eso no impidió que el pasado jueves, en el discurso de agradecimiento que pronunció instantes después de recibir un Oso de Oro honorífico, la actriz Tilda Swinton denunciara «asesinatos masivos permitidos internacionalmente».

Y la policía ha abierto una investigación contra el director hongkonés Jun Li, que tras la presentación de Queerpanorama hace cuatro días leyó un discurso escrito por el actor Erfan Shekarriz, protagonista de la cinta, en el que se acusaba al Gobierno alemán y sus instituciones culturales de contribuir al «apartheid» y el «brutal exterminio» del pueblo palestino.

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