La reinserción de Johnny Depp a través de Modigliani

Mañana llega a España su nueva película como director, ‘Modigliani, tres días en Montparnasse’, con la que pretende hacerse un hueco entre los artistas incomprendidos

Nando Salvà

A causa de los estragos causados en su reputación personal y profesional por años de batallas legales y un tumultuoso divorcio de la actriz Amber Heard, marcado por acusaciones de violencia doméstica y un publicitado juicio por difamación, Johnny Depp se convirtió en un apestado para los grandes estudios. Eso, en todo caso, no le ha impedido emprender una reinserción profesional desde fuera de EEUU, que empezó con su trabajo en la piel del monarca Luis XV en el controvertido drama de época Jeanne du Barry (2023).

«Los últimos tiempos han sido a ratos hermosos y a ratos demenciales, pero no le guardo rencor a nadie», explica al actor, de 61 años, acerca de su pasado reciente. «Llega un momento en el que debes desvincularte de aspectos de tu vida y sentimientos que no te ayudan. Pese a lo sucedido, he aprendido mucho, especialmente de la fortaleza exhibida por las personas que creyeron en mí y me han apoyado, pero aprender tiene un coste y alguien siempre acabará pasándote la factura. Sea como sea, sigo siendo fiel a mí mismo, así que me siento afortunado».

Conexión espiritual

De ese intento de rehabilitación forma parte su nueva película como director, Modigliani, tres días en Montparnasse, que también protagoniza. Coproducida entre nada menos que siete países —algunos de ellos tan poco habituales en la industria del cine como Kenia y Arabia Saudí—, ofrece un retrato del pintor y escultor italiano Amedeo Modigliani, hoy célebre tanto por las figuras humanas extrañamente alargadas pero elegantes que pintó y esculpió como por su proclividad a la mala vida. En concreto, acompaña al artista a lo largo de tres días convulsos en plena Primera Guerra Mundial durante los que trata en vano de ser reconocido, da fuelle a sus adicciones y escapa de la policía a través de las callejuelas y tugurios parisinos, y para ello combina tanto la actitud guasona y el tono melancólico como una serie de filigranas visuales con sucesivos diálogos sobre el valor del arte y la importancia de dejar un legado.

«Me resulta imposible no sentir cierta conexión espiritual con Modigliani —asegura Depp—. Pese a que nació en la más absoluta pobreza, sufrió tuberculosis de niño y fue perseguido de por vida por la enfermedad, aquel hombre siempre mostró una pasión inquebrantable y una gran determinación a expresarse sin hacer concesiones. Me reconozco en su alergia a las convenciones, su lealtad a sus convicciones y su empeño en hacer las cosas a su manera. Como él, además, yo he tocado fondo varias veces, pero siempre he encontrado un camino a través del que seguir adelante».

Dado que Modigliani murió a los 35 años a causa de una meningitis y tan pobre como había sido siempre, y que Depp llegó a ser el intérprete más poderoso y mejor pagado del mundo gracias a la saga Piratas del Caribe, la comparación entre ambos resulta algo forzada. En todo caso, Deep considera que esa diferencia obvia entre los dos es la mera consecuencia del cambio de signo de los tiempos. «Los artistas actuales son idolatrados, y el tipo de celebridad que obtienen se considera una señal de excelencia, mientras que para los de hace un siglo era impensable aparecer en las portadas de las revistas. Por entonces, crear arte estaba mucho menos recompensado, y exigía más pasión, más ambición y mucho más compromiso. Podría decirse que era algo más puro», añade Depp, que asegura no sentirse cómodo en este presente «en el que cualquiera puede salir en televisión e interpretar una canción o un número de baile para obtener los 15 minutos de fama de los que habló Andy Warhol, o crear por ordenador cualquier cosa y lograr que sea considerada arte. Yo aprecio más a quienes se sirven de instrumentos simples como la madera, la arcilla, la pintura, el lienzo o el pincel».

Originalmente, Modigliani, tres días en Montparnasse iba a ser un proyecto dirigido por Al Pacino, que en cualquier caso participa encarnando al coleccionista Maurice Gangnat, y presentándolo como uno de los muchos mecenas de la época que no supieron detectar el genio del italiano. Se trata del primer largometraje que Depp dirige desde su debut tras la cámara en The Brave (1997), que coprotagonizó junto a su ídolo Marlon Brando y que en su día fue severamente vapuleado por la crítica.

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