«En España, si haces cine comercial te miran por encima del hombro»
En 2015, el mismo año en que estrenaba una de las películas españolas más taquilleras de la historia, Maria Ripoll leyó ‘También esto pasará’, en la que Milena Busquets convertía en literatura el dolor por la muerte de su madre. Una década después, Ripoll lleva el libro al cine

¿Qué vio en el libro de Milena Busquets?
Lo leí justo después de haber perdido yo también a mi madre y me impactó mucho, porque hace una reflexión sobre el dolor y el deseo con mucha elegancia, detalle y verdad. Y me sentí reflejada en la protagonista, que es una mujer a la deriva que hace un duelo imperfecto y poco convencional, porque nadie nos enseña cómo pasar el duelo, cómo sobrellevar una pérdida importante. Me gustó que huyera de la idea de que la única respuesta al dolor consiste en encerrarse en una habitación y llorar y sentirse muy desgraciada. Es verdad que es una novela muy instrospectiva, muy de pensamiento, con poca acción, y eso convertía la adaptación en un reto, pero el personaje central es tan rico, con sus contradicciones, sus afectos, sus miserias, que solo había que seguirlo y dejarse llevar.
En su respuesta al dolor, la protagonista hace una apuesta por la ligereza como forma de vida. Pero, ¿no está esa ligereza peligrosamente cerca de la frivolidad?
Milena es una gran defensora de la ligereza y también de la frivolidad. Y es algo que yo comparto bastante. A veces la frivolidad es necesaria para poder pasar a través de un dolor, para no hundirnos. Ese contraste entre el dolor más profundo y la ligereza más etérea es muy interesante. Blanca siente cosas que no sabe cómo gestionar y elige la ligereza como vía de escape.
¿Le preocupó que el espectador pudiera no entenderla? ¿Que llegara a caer mal?
Para mí, ese era el miedo más grande al hacer la película. Pero aquí no se trataba de dar lecciones morales ni de juzgar al personaje, sino de observarlo. No es necesario empatizar con Blanca, pero no me parece que sea tan difícil entenderla, sobre todo desde una perspectiva femenina. Las mujeres podemos ser contradictorias, necesitamos esa alternancia entre ligereza y profundidad. Y para reflejar esa complejidad y evitar que el personaje caiga mal por simple reduccionismo es muy importante el trabajo que ha hecho Marina Salas, que tiene esa mezcla de vulnerabilidad y fortaleza que necesitábamos.
Lograr que el público se identifique con unas personas guapas, ricas y cultas, ¿es un desafío?
Ese era otro riesgo. Entiendo que esa gente que en un momento dado puede decidir irse a pasar un duelo a Cadaqués pueda llegar a caer mal. Pero que vayan o no a Cadaqués tiene aquí poca importancia. La pérdida es un sentimiento universal. Y las preguntas que plantea la película —¿qué puedo hacer con este dolor tan grande que siento? ¿cómo me escapo?— nos afectan a todos. No se trataba de hacer un retrato de la burguesía catalana.
Las películas sobre casas en Cadaqués empiezan a ser un subgénero en el cine catalán, ¿no?
(Risas) Lo de Cadaqués y la coincidencia con Casa en flames ha sido una casualidad brutal. Pero también pienso que las ideas están ahí, en el aire, y de repente bajan porque los humanos necesitamos hablar de eso en ese momento. A mí me ha pasado muchas veces lo de empezar un proyecto y encontrarme que justo en ese momento aparece otro que se le parece en algún sentido.
También parece haber en el cine actual una necesidad muy extendida de explorar las relaciones entre madres e hijas.
Sí, eso es una consecuencia de la presencia de más directoras. Los hombres siempre han mostrado esas relaciones entre madre e hija de una manera tortuosa, muy competitiva. Desde que las mujeres explicamos más cosas, tenemos más voz y hacemos más películas, se pueden ver historias más complejas y profundas sobre eso. Y necesitamos aún más.
Tiene ya otra película en fase de posproducción, El fantasma de mi madre, que supondrá un regreso a la comedia pura.
Sí, tiene puntos muy surrealistas y cosas de alta comedia clásica, como una combinación de La fiera de mi niña y Fargo. He disfrutado mucho en el rodaje.
¿Reciben sus películas una atención diferente si son comedias o si son algo más dramático?
Cuando llegué de EEUU, vi que había que montar industria en este país, que había que hacer que la gente entrara en los cines, y me dediqué a hacer comedias. Yo creo que mi tono tiene más que ver con películas como También esto pasará, Tu vida en 65 minutos o Vivir dos veces, donde hay un poso más dramático, pero me gusta mucho la comedia.
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