Y HBO encontró su serie del verano. Lucha de clases, sexo y drogas son los ingredientes que se han mezclado en la cazuela para cocinarnos este peculiar plato bautizado como The White Lotus. La primera temporada ha terminado esta semana con la sorpresa de que, lo que iba a ser una miniserie cerrada, ya se ha renovado para una segunda entrega. La trama transcurre en un resort de lujo en la paradisiaca isla hawaiana de Maui donde un grupo de excéntricos millonarios van a pasar sus vacaciones, mientras sus empleados tienen que aguantar sus excentricidades. La serie arranca por el final para plantearnos un misterio, alguien va a morir. Como en la tradición de las mejores novelas de Ágatha Christie como Asesinato en el Orient Express o Muerte en el Nilo, la parca puede llegar hasta el más lujoso de los rincones. Plantada la semilla de la intriga, la acción retrocede para mostrarnos en un flashback cómo ocurrió todo. La cosa ya no es tanto descubrir al asesino, sino también deducir quién puede ser la víctima. Aunque esto es solo el pretexto para engancharnos, mientras el autor nos cuenta lo que de verdad nos quería contar.

La comedia coral en torno a un grupo de personajes histriónicos daba para una película de Wes Anderson, solo que aquí no tenemos intensos amarillos, ni colores chillones. Predominan más los verdes de la vegetación y el color blanquecino de las arenas de la playa. El personaje de Armond, el director del resort interpretado por Murray Barrlett, podría haber estado en aquel Gran Hotel Budapest en el mismo papel que hacía Ralph Fiennes en el filme de Anderson. Sin embargo, bajo la cálida sonrisa de Armond y sus modales impecables se esconden oscuros sentimientos, causado por su aparentemente superada adicción a sustancias que le hacía más llevadero el aguantar lo que tiene que aguantar. A medida que avanzan los episodios vemos que el paraíso no es tan idílico como prometía y que vivir en él puede ser un infierno. Aunque la serie tiene un reparto coral, casi podría decirse que es el verdadero protagonista. Ahí está a pie de playa para obsequiar a sus clientes con un collar de flores y ofrecerles un daiquiri bien frío.

El grupo de huéspedes que llega al hotel en el primer episodio está formado por una pareja de recién casados en su luna de miel; una rica mujer madura millonaria que viene a echar al mar las cenizas de su difunta madre; y un matrimonio en la crisis de los 50 acompañados de sus dos hijos adolescentes y una amiga como invitada. Todos y cada uno de ellos se han traído sus problemas de vacaciones y ninguno de ellos parece estar disfrutando de un lugar que no está al alcance de todos los bolsillos. Sin duda, el premio al mayor cretino se lo ganaría el personaje de Shane (Jake Lacy), ese recién casado que se dirige a todo el mundo con aires de "ustednosabeconquiénestáhablando" y que es capaz de que un simple error con la reserva le pueda amargar su luna de miel. Su esposa Rachel (Alexandra Daddario) se enfrenta en el viaje al dilema de tener que renunciar a su carrera para convertirse en mujer florero. Por lo que se trasluce en algunos diálogos, su futuro profesional tampoco es que fuera a ser muy prometedor.

Dos de las caras más conocidas del reparto son las que encarnan a ese matrimonio interpretado por Connie Britton (Nashville) y Steve Zahn (Treme). Ella encarna a una empresaria de éxito más preocupada por el feng sui perfecto para sus reuniones de trabajo de Zoom que por hacer algo útil por arreglar el mundo. Su marido parece atravesar una crisis existencial que le hace parecer un verdadero adicto al sufrimiento. Hoy está preocupado por un posible cáncer de testículos y mañana por ciertos descubrimientos respecto a la condición sexual de su padre. Su hijo adolescente es un adicto al móvil, las consolas, tablets y cualquier otro dispositivo electrónico que caiga en sus manos. Casi diría que es el único del reparto que acaba valorando la belleza del paraje. Luego está su hermana, posiblemente otro de los personajes más odiosos del reparto, que ha ido al viaje acompañada de su mejor amiga. Dos adolescentes eternamente enojadas con el mundo, rajando y criticando todo lo que les rodea, aunque nada dispuestas a renunciar a ninguno de los lujos y comodidades que disfrutan.

El creador de The White Lotus es el polifacético Mike White. Actor, guionista, productor y director. Fue obra suya la resurrección de Laura Dern hace una década al seleccionarla como protagonista absoluta de Enlightened (Iluminada) para HBO. Dern es otra de esas actrices que han sabido reencauzar su carrera a través de la televisión, ofreciéndonos otros papeles memorables en Big Little Lies y en la última resurrección de Twin Peaks. En el currículum del creador de White Lotus figura también el haber sido guionista de episodios de Dawson Crece, la serie Pasadena, algunos largometrajes de Jack Black como Escuela de Rock y Super Nacho, así como de ese espanto de película que estuvo dedicada a los emoticonos, Emoji Movie. Tras semejante horror, White se pone serio, aunque sea a través del humor negro, para hacer crítica social y ridiculizando a los opulentos. Antes de que terminara la temporada, HBO ha dado luz verde a una nueva entrega. Parece que la idea es hacer una serie antología, mostrándonos otros resorts paradisíacos al margen del mundo a los que acuden los ricos a cargarse las pilas. De Hawaii iremos a otro país, aunque White avisa que es posible que algún personaje repita en este nuevo viaje.