Ana Peleteiro ha tenido en Tokio el placer de haberse convertido en la tercera mujer española que gana una medalla olímpica en atletismo (bronce en triple salto) y el privilegio de haber asistido de cerca al récord mundial de su compañera de entrenamientos, la venezolana Yulimar Rojas (15,67).

Dos récords de España sucesivos (14,77 y 14,87) pusieron el broche al éxito redondo de la atleta gallega en los Juegos.

La pionera fue María Vasco, que obtuvo un bronce olímpico en los 20 km marcha de Sydney 2000. Luego pasaron 16 años hasta que Ruth Beitia se proclamó campeona de altura en Río 2016.

Ahora el lapso ha sido más breve, apenas los cinco años del largo ciclo olímpico. Peleteiro, que ya había sido bronce en un Mundial en sala y campeona de Europa en pista cubierta, ha formado terna para hacer historia junto a aquellas.

El 3 de marzo de 2019, en el Emirates Arena de Glasgow, logró un título europeo bajo techo que vino acompañado de un nuevo récord de España (14,73), borrando de las listas el de Carlota Castrejana, que asistió a su desposesión en calidad de jefa de equipo.

Siete años antes la gallega había sido campeona del mundo júnior en Barcelona, y en el lapso de apenas un año se había colgado dos medallas de bronce: una en los Mundiales bajo techo y otra en estos Europeos de Berlín, esta de oro.

Su "sangre africana", como le gusta resaltar, pero sobre todo el gen competitivo que le ha transmitido su entrenador, Iván Pedroso, han hecho de ella una soberbia competidora, capaz de sacar lo mejor de sí misma en las grandes ocasiones, sin arrugarse ante nadie.

Se inició en el atletismo con 6 años en las escuelas de Ribeira, donde tuvieron ocasión de apreciar sus incipientes cualidades María José Martínez Patiño y Carlos Adán, dos destacados exatletas. Llegó a ser subcampeona gallega infantil de cross, pero pronto quedó de manifiesto que su futuro estaba en los saltos horizontales. En los ejercicios a pies juntos ganaba claramente a todas.

Después de su primera explosión, en los Mundiales júnior de Barcelona, Ana, deslumbrada por el éxito y su gancho mediático, se estancó en una travesía del desierto que duró casi cuatro años, hasta que conoció a Iván Pedroso.

Peleteiro ha recuperado la pegada que la llevó, con 16 años, a ser campeona mundial júnior con una marca de 14,17. Pedroso ha tenido buena parte de culpa en la curación.

El exatleta cubano entrena en Guadalajara a figuras mundiales del triple como la venezolana Yulimar Rojas, campeona del mundo, o el portugués Nelson Évora, campeón olímpico en Pekín 2008, y ahora compañero sentimental de la medallista gallega.

Salto cualitativo

El año 2017 supuso un salto cualitativo en la trayectoria de Peleteiro. Su séptimo puesto en los Mundiales absolutos de Londres obró el milagro de que empezara a creer seriamente en sus posibilidades.

Bajo la dirección de Pedroso mejoró mucho su potencia y la velocidad, que ya era una de sus grandes virtudes. En cuanto ha pulido la técnica los éxitos, ya en categoría sénior, no han dejado de producirse.

Ha bajado de peso desde que está con Pedroso. "Cuando empecé con él pesaba 60 kilos, en los Mundiales de Londres del año pasado 59 y ahora está por los 57 y medio. "Me he esforzado en estar ligera de peso, cuidando mucho la alimentación", explica.

En algún momento de su carrera, después del título mundial júnior de Barcelona, perdió un poco el norte, envuelta en una polvareda mediática con solo 16 años. Su incorporación al grupo de Pedroso le dio la pausa necesaria para recuperar la disciplina en el trabajo. Ahora trabaja mucho en los entrenamientos. "Yo era muy vaga, hacía lo justo. Ahora no, si puedo hacer un poco más, lo hago. Lo suficiente como para perderle el respeto a la competición".