Opinión | inventario de perplejidades

Jose Manuel Ponte

Causas de los genocidios

Los viejos problemas perviven -y aún se agravan- en el inicio del año nuevo, una ficción del calendario con la que pretendemos acotar el decurso del tiempo. Mientras en muchas partes del mundo celebraban la llegada de la medianoche con fuegos artificiales, en Gaza, la aviación israelí machacaba a la población palestina con un bombardeo inmisericorde. Un castigo que excede de la proporcionalidad vengativa del bíblico "ojo por ojo y diente por diente" porque no es comparable el daño que causan los cohetes artesanales que lanza Hamás sobre territorio de Israel con los misiles ultramodernos de que dispone el ejército judío. El contencioso parece de casi imposible solución y todas las gestiones diplomáticas realizadas hasta ahora para asegurar la convivencia pacífica entre la comunidad hebrea y la palestina parecen condenadas al fracaso. Al respecto, el profesor Barreiro Rivas ha escrito un brillante artículo que abunda en ese pesimismo. "Israel -dice- es un estado de base étnica destinado a reagrupar a una comunidad judía que fue dispersada repetidas veces en los últimos 25 siglos. Por su propio origen ,y por su definición actual, esta comunidad no responde a ninguno de los criterios de socialización política que se utilizan en los estados modernos y por eso funciona como un grupo cerrado al que no se puede ingresar y del que no se puede salir. Y de ahí se deriva que funcione necesariamente como una entidad genocida. Porque si llevase a cabo una política de integración con la comunidad palestina, negaría su propia existencia". La tesis es demoledora y habría que desear que no se cumpliese en todos su términos porque nos conduciría a un final dramático, de exterminio. Pero los antecedentes no ayudan al optimismo. El pueblo judío fue objeto de muchas persecuciones a lo largo de la historia, y verlo convertido en verdugo de otro pueblo, pocos años después de ser víctima de un genocidio en la Alemania nazi, repugna a cualquiera que tenga alguna fe en el progreso moral de la comunidad humana. El impulso genocida, al amparo de la estructura de un estado al que se supone un elevado nivel de civilidad, es difícil de explicar. El pueblo alemán aún se pregunta cómo fue posible que se dejase conducir al abismo por una elite política enloquecida a la que apoyó con entusiasmo. Y las encuestas determinan que la inmensa mayoría del pueblo de Israel aplaude las medidas de su gobierno contra los palestinos. Al analizar ese fenómeno, un escritor de estirpe judía, George Steiner, cita a otro colega de la misma ascendencia, Elias Canetti, quien sostuvo que la facilidad con que se llevó a cabo la matanza de judíos en Alemania tuvo bastante que ver con el colapso monetario de la década de los años veinte. La gente vio evaporarse el valor de la moneda (la medida de todas las cosas) y perdió la percepción cabal de una enormidad concreta. Puede que el pueblo del estado judío (una creación artificial basada en la Biblia) haya perdido también esa percepción sobre el daño que causa al prójimo. Ahora, que estamos en medio de otro colapso financiero, deberíamos hacer una seria reflexión sobre los peligros que corremos. Y el mayor de todos, no dar importancia a nada.

Tracking Pixel Contents