Opinión | al trasluz

Fernando González Macías

Coincidencias electorales, cosas de políticos

Dirá lo que quiera, pero a Touriño le tiene que fastidiar bastante que Ibarretxe convoque las elecciones vascas para el mismo día de las gallegas. No contaba con ello. Una vez que decidió adelantar las nuestras para que no coincidieran con las europeas, el presidente de la Xunta estuvo meses deshojando una margarita de cinco pétalos, tantos como domingos tiene este año el mes de marzo. Y se quedó con el primero. Seguro que en su decisión final debieron pesar varios factores. Uno de ellos desde luego era la probabilidad de que el País Vasco votase en la segunda quincena.

En la medida de lo posible, se trataba de eludir tal coincidencia, pues el proceso electoral gallego quedaría inevitablemente relegado a un segundo plano para los medios informativos nacionales. Por así decirlo, se nos robaría protagonismo mediático. Dada su anómala situación política, lo que pasa en las provincias vascongadas afecta al conjunto de España. Allí todos nos jugamos algo, que por suerte para nosotros, nada tiene que ver con lo que se ventila en Galicia, que queda para consumo interno. Lo de aquí sólo nos interesa a los que vivimos aquende Pedrafita, el Padornelo y La Canda.

Esto el lehendakari nos lo ha hecho a mala fe y por la espalda. Seguramente no pretendía perjudicar la candidatura de Don Emilio, sino al PSOE en general y al de Euskadi en particular, porque esa es su batalla. O simplemente busca rentabilizar sus problemas con la justicia, que se escenificarán por esa época. Lo otro son daños colaterales, que se la traen al fresco. Aún así le hace la pascua al líder de los socialistas gallegos, que deseaba una confrontación electoral en clave exclusivamente galaica. Así ha sido en los casi treinta años de historia de nuestra autonomía. Siempre tuvimos unas elecciones para nosotros solos. Esta vez no. Por culpa de Ibarretxe, no de Touriño, que, sin embargo, todavía podría remediarlo, si quisiera. Razones no le faltan.

Es a Zapatero a quien peor le debe venir que vascos y gallegos votemos el mismo día. En cierta manera es como si él y su partido se presentaran simultáneamente a dos exámenes en los que tienen que dar la talla para llegar con garantía a la reválida de junio, que son las europarlamentarias, esas que, a decir los expertos, anticipan los cambios de ciclo. Dos duras pruebas para ZP, en las que encima ha de luchar contra los elementos, en un contexto de crisis aguda que tiene cabreada a mucha gente, que se las hará pagar al correspondiente candidato socialista, aunque no tenga la culpa.

Claro que estas disquisiciones de las elites políticas se las traen al fresco a los ciudadanos. El gallego de a pie acudirá a su colegio electoral el día 1 de marzo con plena conciencia de lo que está juego: el futuro de su país, que vuelva el PP o que siga el bipartito PSOE-Bloque por cuatro años más. En este tampoco hay engaño, casi todos los votantes, por poco informados que estén, saben de antemano que si tienen esa posibilidad socialistas y nacionalistas reeditarán el acuerdo de gobierno, corregido y aumentado en función de la correlación de fuerzas entre los dos socios. Lo que tal vez no lleguemos a saber es hasta qué punto esa reinterpretación de los resultados de las urnas en los despachos provoca que muchos gallegos se queden en casa, en una postura de abstención muy consciente. Vamos, para que nadie mercadee con su voto.

fernandomacias@terra.es

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