Opinión | al azar
Matías Vallés
Obesidad pasiva
Los occidentales se pasan la vida adelgazando, se encontrarían huecos si no tuvieran peso que perder. Ni un solo día han estado conformes con el veredicto de la balanza. Si hubieran padecido la misma insatisfacción cultural, estaríamos rodeados de premios Nobel. Con el cambio de año se renuevan los votos de la religión a régimen, para que ninguna distracción -aprender inglés, entre las más insidiosas- se interponga entre un creyente y su inalcanzable objetivo, reducir la inflación personal durante los próximos doce meses. Todo el mundo presume de una dieta infalible, pero la mía funciona. Cada día arrastramos sin rechistar la comida que engullimos. Para calibrar el efecto de los kilos de más, los dietistas recomiendan agarrar un objeto pesado y soportarlo durante unas horas, pero nadie se sometería voluntariamente a este experimento. La situación cambiaría si nos desplazáramos con nuestra ración diaria de calorías a cuestas, antes de devorarla. Cada mañana se nos debería obligar a cargar con el alimento que pensamos consumir a lo largo de la jornada, junto a la basura -envases, latas, plásticos- que ese consumo genera. Nadie estaría autorizado a comer más de lo que puede transportar. De repente, las necesidades insaciables disminuirían apreciablemente, porque sólo nuestra pereza supera en intensidad a nuestra hambre. El sobrepeso que afecta a la población entera -puesto que los delgados también se sienten amenazados- surge de la facilidad para encontrar comida. El esfuerzo de trasladarla aminoraría la frustración de los adeptos de la dieta vitalicia. Si este método también falla, y dado que aún no hemos decidido si fumar es peor que engordar, siempre queda la alternativa de decretar el peligro de la obesidad pasiva, o apetito desmedido que sobreviene al contemplar cómo se ceban los demás. A partir de ahora, sólo se podrá comer en el exterior de los lugares de trabajo y edificios públicos. Hay que combatir al obeso pasivo, que se niega a gastar en dietas y especialistas sin que esta cautela mejore su condición.
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