Opinión | crónicas galantes

Ánxel Vence

Creced y multiplicaos

Bajo el bíblico lema: "Creced y multiplicaos", el Gobierno de España (marca registrada) se dispone a crear un nuevo fondo con el que financiará el aumento del vecindario en los reinos autónomos amenazados de despoblación. La promesa se la ha hecho Zapatero al presidente de una de las dos Castillas, pero fácil es colegir que también Galicia saldrá beneficiada de ese impulso monetario a la natalidad.

Dirán los críticos de siempre que lo que el Gobierno pretende es poner a parir a los habitantes de los territorios más pobres de la Península y acaso no les falte razón. Interpretado al pie de la letra, el "crecimiento demográfico" que Zapatero quiere impulsar con su nuevo fondo sólo puede alcanzarse, efectivamente, mediante una mayor facturación de bebés por pareja. Se ignora por qué medios y con qué incentivos va a excitar el Gobierno el celo reproductivo de gallegos, extremeños, castellanos y andaluces; pero de entrada el propósito no puede ser más benemérito.

Cierto es que la idea no resulta en absoluto original. Algo parecido intentó hace casi veinte años en Galicia el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, que al poco de llegar al trono de Rajoy anunció su intención de levantarle a los gallegos el ánimo y lo que fuere menester para que se aplicasen con mayor alegría a la producción de rapaces.

Advertía ya de aquella Don Manuel que si los vecinos de este país no atendiesen a sus recomendaciones, bien pudiera ocurrir que la progresivamente despoblada Galicia sufriese una nueva -y acaso definitiva- invasión de los sarracenos, como en tiempos de Almanzor. Pero ni por esas. La oposición se tomó a risa y cuchufleta los ominosos pronósticos del monarca, a lo que éste respondió con la venenosa sugerencia de que "algunos no quieren? o a lo mejor no saben" hacer niños. El Parlamento era de lo más divertido en aquellos tiempos.

Dos décadas después, la situación viene siendo más o menos la misma. Indiferentes a las arengas de Fraga, las gallegas siguen pariendo poco, tarde y a veces nunca, con la fúnebre consecuencia de que el número de defunciones excede cada año al de nacimientos en varios miles de bajas censales.

Si acaso, ha cambiado la postura de las fuerzas que entonces militaban en la oposición y ahora desempeñan labores de gobierno. Lejos de chotearse como solían por las ocurrencias de Don Manuel, son los socialdemócratas y los nacionalistas quienes hoy asumen -con veinte años de retraso- las mismas preocupaciones por la natalidad que afligían al monarca autonómico.

Infelizmente, su política de guarderías, conciliación entre familia y trabajo, comedores escolares y servicios públicos de "canguros" no ha tenido por lo de ahora mucho más éxito que las apelaciones de Fraga al patriotismo de entrepierna.

Se conoce que la población de Galicia está ya demasiado vieja o simplemente no está por la labor de traer nuevos mamoncetes al mundo. Nadie podrá reprochárselo si se tiene en cuenta que los sueldos de este país son los más bajos de España y -por si eso fuera poco- la crisis amenaza con dejar sin empleo a los afortunados que todavía disfrutan de una nómina, aunque sea magra y temporal. Como para pensar en pañales.

Dados los precedentes, no parece que el nuevo fondo anunciado por el Gobierno para fomentar la repoblación humana en las partes más pobres de la Península vaya a ser el bálsamo de Fierabrás que remedie las carencias de nuestro censo. Una cosa es plantar árboles o lechugas y otra bien distinta poner a parir -literalmente- a las ciudadanas sin más trámite que aplicarles un cuantioso riego de dinero. La agricultura y la obstetricia son, como se sabe, especialidades bien diferentes. Aunque Zapatero se ponga evangélico e invite al pueblo a crecer y multiplicarse.

anxel@arrakis.es

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