Opinión

Antonio Campos Romay Presidente De La Fundación Instituto De Estudios Políticos Y Sociales De Galicia

El legado de la libertad

.stamos a pocas fechas de que la llegada a la presidencia norteamericana del Sr. Obama corone un momento histórico, que ni el mismísimo Lincoln se atrevería a presuponer. Es también momento de valorar el legado que recibe del Sr. Bush.

Lo que mejor podría retratar la salida de la presidencia de Bush estaría plasmado en los zapatos arrojados a su rostro por un periodista iraquí, seguramente con más asco, dolor y desprecio, que ira. Una humillación no sufrida por ningún presidente en 200 años de república. En el vuelo de esos zapatos iba el dolor por la pérdida de más de 600.000 mujeres, hombres y niños fallecidos en 5 años de ocupación norteamericana. El destrozo de la supervivencia de un pueblo, de su soberanía y de sus estándares mínimos de calidad de vida.

Desde que en 2003 Bush llevó su guerra de liberación a aquellas tierras las mujeres ganaron independencia pasando de su vestimenta occidental, a sumirse en velos y ropones. Los asesinatos, secuestros, atentados, etc. han dejado de ser noticia para convertirse en estadística. La escolarización es algo inexistente, pero sí existe una infancia dramática. Es trágico que la impudicia de los ocupantes hiciese que la percepción de la ciudadanía añore los tiempos anteriores a la ocupación. Que se llegue a la perversión ética de entender que con Saddam, sátrapa criminal sin la menor excusa, se vivía mejor y la vida era más tolerable.

La situación en Afganistán, agredido más en su población civil que en la talibán por los errores colaterales de las acciones armadas, se deteriora día a día mientras se manifiesta con claridad la connivencia con una administración corrupta. En la suma de éxitos del Sr. Bush está la pertinaz ausencia del Sr. Bin Laden ante un tribunal de justicia. Las tensiones con Irán o la permanente crisis judeo palestina entre otras son mesurables únicamente por su agravamiento. Israel desde la impunidad por la tolerancia de su aliado norteamericano, mientras el resto del mundo con peso específico mira hacia otro lado, desborda una agresividad brutal impropia de su biografía de sufrimiento y persecución.

La economía de la otrora potencia indiscutible del capitalismo más salvaje y prepotente hoy muestra sus llagas míseras, sus desigualdades crueles, su especulación desbocada sin los menores controles ni regulaciones. El becerro de oro en transmutación alquímica inversa se convierte en mísero remedo de cartón piedra.

Bush deja un país en situación de alarmante ruina económica. A los países que se suponen amigos o aliados, contaminados por sus inmoralidades financieras y en muy comprometida situación. A los países invadidos lega desolación, ruina y muerte, sin horizonte de esperanza. Sus ejércitos están en una situación compleja. En este aspecto, alguien que algo debe conocer del tema, Madeleine Albright, manifestó en su día, "nuestra salida será mas desastrosa que en Vietnam".

Las libertades y los derechos humanos tal como los entendió el Sr. Bush tienen nombres propios que eximen de ulteriores comentarios. Guantánamo y Abu Ghraib.

Este es el legado, como mínimo de lo más incomodo, que debe recoger el Sr. Obama cuando ponga su mano sobre la Biblia utilizada por el Sr. Lincoln para jurar el cargo de 47 presidente de los EEUU de América.

Claro que afortunadamente la libertad de opinión permite que d. José María Aznar en clara contraposición a este texto manifieste, sobre el presidente saliente, que "su gran contribución" ha sido para la supervivencia de la libertad en las naciones que la disfrutaban y promoción de su extensión a tierras condenadas durante demasiado tiempo a tiranía y la barbarie. "George W. Bush ha marcado el camino que debemos seguir en estos tiempos oscuros y difíciles, pero también de esperanza. Nos deja su mejor legado, "el legado de la libertad". Aznar dixit. Seguramente se lo dicte su conciencia, lo estimule su afecto, o... sus razones tendrá para ello...

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