Opinión | desde los cantones

Celso Ferreiro

Tarifazo y crisis de confianza

El tarifazo ha llegado como una turbulencia, envuelto en el jolgorio de la fiestas mágicas de los Reyes Magos. Quienes pregonan la preocupación social, como norma de gobierno, han urdido la artera estrategia de incrementar los servicios básicos, días después de calcular la subida de las pensiones. Es decir, las clases pasivas, son de nuevo, las víctimas del estado del bienestar? Todo es cuestión de fechas, como la treta del lendakari, de hacer coincidir las elecciones vascas con las gallegas. La contradicción socialista será evidente, entre el nacionalismo malo (PNV) y el bueno (BNG), a la vez que se desmontan, las tesis del desconcertado titular de la Xunta. "Haré cuanto esté en mis manos para mitigar la crisis", dijo en su arenga final, pero no dijo cómo, sin duda, porque carece de método. Es hablar sin decir nada. He aquí, una de las causas de la crisis de confianza. Pocos creen a los gobernantes. La política ha dejado de ser asunto de futuro, porque no se respeta la opinión pública, ni tampoco la dignidad de la creación verbal. El ciudadano exige no ser ninguneado; está harto de la falta de veracidad, por los impuestos y la carestía de vida. Por el contrario observa, como la Xunta, gasta a grifo abierto y no ofrece un solo ejemplo de austeridad. Lo más grave es que no exhibe recetas, para contener a un enfermo casi terminal. Su política es identitaria; más dinero para el vernáculo y para la Ciudad de la Cultura, puesta bajo la égida, ¡cómo no!, de un banquero.

Con la legislatura que finaliza, desaparecen de la primera línea política dos figuras polémicas: doña Dolores Villarino, presidenta del Parlamento gallego y doña Ánxela Bugallo, conselleira de Cultura, que en el desempeño de sus cargos ha desbordado la ortodoxia esencial exigible. Si la discreción y la probidad son indispensables, en asuntos de carencias, en política, hay que saber para acertar, y afianzarse, previamente, en el comportamiento personal, para llegar a ser personalidad.

Otrosidigo

Touriño se ha prodigado con su niña, la conselleira de Ordenación Territorial, en inauguraciones y primeras piedras. La realidad brota cuando las obras se terminan. El problema ha vuelto a repetirse con la recién inaugurada autovía del Barbanza, cuyos graves daños colaterales tienen soliviantada a la población de Rianxo. Es el riesgo de confiar en figurillas de tervilor.

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