Opinión | al trasluz
Fernando González Macías
La coherencia de un ex comunista en el PP
Él, como tantos otros, dice que fue militante comunista cuando había que serlo, en el antifranquismo, para conquistar la democracia; que colaboró con los socialistas en el momento en que era preciso transformar las instituciones, poniéndolas al servicio de los ciudadanos, y que ha desembocado en el Partido Popular por pura coherencia: para poder seguir defendiendo la libertad por encima de todo y una concepción humanista del auténtico progreso.
El del profesor Pedro Arias no es un caso aislado, ni siquiera en Galicia. También la derecha ha sido punto de destino de unas gentes que no consideran tránsfugas ni chaqueteras, aunque por su natural inquieto y vocación trashumante, nunca llegan a sentirse del todo cómodas en ninguna parte, y que a donde quiera que van suelen ser bien recibidas por su perfil alto y su siempre valiosa aportación intelectual.
Desde la transición hasta hoy, el Partido Comunista ha surtido de cuadros a todas las fuerzas políticas de este país, a unas más que a otras, con la única excepción del nacionalismo, cuyo núcleo duro tenía entonces, como hoy, su propio pecé, la Unión do Povo Galego, la UPG, muy enfrentada de siempre al comunismo españolista, con el que en un principio se disputaba una misma clientela potencial.
Con todo, donde más antiguos comunistas acabaron recalando fue en el PSOE gallego. Desembarcaron a mediados de los años 80, al comprobar, con amargura, que a la hora de la verdad el electorado de izquierdas no reconocía en las urnas todo el trabajo que para la recuperación de las libertades democráticas y la conquista del autogobierno habían desplegado los pupilos gallegos de los dos Santiagos: Carrillo y Álvarez.Y llegaron a lo más alto. En la actual dirección del Pesedegá, y en la Xunta, abundan antiguos activistas del PC, ocupando los más altos cargos, empezando por el mismísimo Touriño y siguiendo por Fernández Antonio, Dolores Villarino, Méndez Romeu o Abel Caballero.
El Partido Popular de Núñez Feijóo recibe con los brazos abiertos a personajes que, como Pedro Arias, tienen un pasado más o menos rojo, siempre que asuman los postulados liberales en lo político y lo económico. El propio don Alberto tuvo cuando joven sus devaneos izquierdistas, de los que no presume, pero tampoco oculta, como sucede con otros destacados miembros de su guardia pretoriana, que llegaron a coincidir en la clandestinidad con los comunistas de entonces.
En esta actitud de puertas abiertas y de soslayar el pasado de quien está dispuesto a sumarse a su proyecto, el actual líder del Pepedegá ha continuado la línea marcada por Fraga. Don Manuel no tuvo empacho en echar mano, para determinadas funciones -como la de alimentar las calderas programáticas- de tipos que algún día le combatieron fieramente, pero que en un momento dado compartían con él una cierta idea de país en positivo y una desmesurada pasión por la política. Además de un rechazo visceral de cualquier forma de dogmatismo.
fernandomacias@terra.es
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