Opinión | un minuto

José María Echevarría

Reírse de uno mismo

El engaño, que ha costado 50.000 euros al Gobierno checo, me parece rentable. La tomadura de pelo del artista checo David Cerny me cae bien. Conforme se van conociendo detalles de la Entropa, montaje con mapas de los 27 países que componen la Unión Europea para decorar el edificio de reuniones durante los seis meses en que Chequía ostenta la Presidencia de la institución europea, me va ganando el planteamiento del artista que quería comprobar "si Europa es capaz de reírse de sí misma". La visión crítica del artista recurriendo a estereotipos nacionales, "la sátira política incorrecta" -según lo califica el propio Gobierno checo- están por ver si tienen aceptación en una boyante Europa acostumbrada sólo a parabienes. ¿Molesta que España aparezca cubierta de cemento, por lo mucho que se ha construido recientemente? ¿Y que Rumanía ofrezca la caricatura de un Drácula? ¿O molesta más bien que el artista haya mentido inventándose falsos colaboradores? Pienso que lo primero. Reconocemos el cliché, pero no nos gusta que nos lo restrieguen por las narices. En nuestro propio país, tan variopinto y diverso por sus regiones -o autonomías, como otros prefieren-, admitimos y nos reímos de nuestras peculiaridades sin el mayor sonrojo, pero basta que nos lo diga otro para sentirnos ofendidos y pedir reparaciones, o si no véase lo ocurrido a la parlamentaria catalana Montserrat Nebrera por hacer un chiste con el deje andaluz de Magdalena Álvarez. Aceptar las críticas y reírse de uno mismo es una sana costumbre, aunque no queramos admitirlo.

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