Opinión | editorial
La Opinión A Coruña
Conductores atrapados por el temporal y la incompetencia
En invierno hace frío, bajan las temperaturas, las carreteras se hielan, nieva y graniza, llegan temporales con fuertes vientos e intensas lluvias, unos fenómenos meteorológicos habituales en esta época del año que los responsables públicos tienden a olvidar, instalados, como parece, en una cómoda y cálida temperatura ambiental, ajenos al caos de tráfico que se suele generar con frecuencia en Galicia como consecuencia del mal tiempo. Pese a la alerta roja activada a principios de esta semana por la Dirección General de Protección Civil y los avisos de la Agencia Estatal de Meteorología, una bajada de las temperaturas volvió a colapsar el martes la Autopista del Atlántico, la principal vía de comunicación que vertebra la fachada atlántica de la comunidad autónoma. Esta vez fueron 25 los kilómetros afectados, entre Ordes y Abegondo, los que estuvieron cortados al tráfico durante más de un hora tras una fuerte granizada, acompañada de una ligera nevada. Mientras esto ocurría en la AP-9, en la Autovía del Noroeste, a la altura de Guitiriz, en el límite de la provincia de A Coruña, quedaron parados más de 300 camiones y decenas de vehículos por la nieve, que bloqueó también decenas de carreteras comarcales en las cuatro provincias gallegas.
El clamor de los centenares de automovilistas y transportistas afectados es generalizado: la imprevisión es absoluta, la descoordinación sonrojante cada vez que se produce una nevada, bajan las temperaturas o llegan un fuerte temporal y la respuesta para solventar los incidentes suele ser lenta.
Lo ocurrido esta semana en Galicia no es la primera vez que pasa durante este invierno -el 2 de diciembre se colapsó la AP-9 entre A Coruña y Santiago, con miles de automovilistas atrapados y la circulación interrumpida durante tres horas por hielo y nieve en la calzada y el 10 de enero, en la autopista AG-55 entre A Coruña y Carballo, se tuvo que cortar el tráfico por una suave nevada- pero ni la Xunta, ni Fomento, ni los responsables de Protección Civil se dan por enterados. Basta con que bajen las temperaturas para que las principales vías de comunicación por carretera en Galicia queden inutilizadas. Pese a que los sistemas de alerta funcionan nadie hace caso a los avisos, e incluso se llega a responsabilizar, como ha hecho algún alto cargo de la Xunta, a los propios conductores por salir a la carretera con mal tiempo, como si fueran de excursión.
Si se buscan culpables no aparecen: La Xunta se queja a Fomento, el ministerio abre un expediente a Audasa y la concesionaria de las autopistas gallegas se compromete a mejorar la seguridad de la vía. El circulo de responsabilidades se cierra en un bucle burocrático, en el que pese a ponerse en peligro, en algunos casos, la seguridad de los automovilistas, faltan respuestas ante la incompetencia por el caos viario y los anunciados expedientes informativos abiertos se pierden en la pesada y opaca burocracia administrativa.
A los conductores les es indiferente si una carretera, una autovía o una autopista es de titularidad estatal, autonómica o provincial -polémica con la que se suelen proteger los responsables públicos para evitar asumir responsabilidades o culpabilidades- pero lo que sí les importa a los conductores atrapados en una nevada o afectados por una granizada, y lo que demandan, es un actuación rápida en caso de emergencia. ¿A nadie le avergüenza acaso
que en la Autopista del Atlántico, que utilizan más de 28.000 usuarios al día, aún no se disponga siquiera de cámaras para controlar y distribuir el tráfico en caso de que se produzca un accidente ni de un sistema de predicción meteorológica a 24 horas sobre la formación de placas de hielo en la calzada? Y aunque este dispositivo sí que está instalado en la Autovía del Noroeste, por los antecedentes, parece ineficiente.
Que Galicia no es Suiza ni está en los Alpes , como se ha planteado como excusa ante la falta de respuesta por las nevadas, no deja de ser una obviedad, que el presidente del Gobierno gallego comprenda las dificultades y las críticas de los automovilistas afectados es lógico y que proteste ante Fomento, su obligación, pero mientras tanto los ayuntamientos, la diputaciones provinciales, la Xunta y el Gobierno, en vez de echarse la culpas, o más bien quitárselas de encima, deberían de revisar los protocolos de actuación fijados en caso de que se produzcan unas adversas condiciones meteorológicas, coordinar las actuaciones de prevención y emergencias y evitar el caos circulatorio en la red viaria gallega cada vez que nieva o . Cuando se produce un imprevisto o una adversidad es cuando se demuestra la talla y la valía de un político para encontrar soluciones. Lo que es inadmisible es esa actitud resignada ante la desgracia, que algunos responsables públicos han mostrado tras los colapsos por mal tiempo en las autopistas y autovías, buscando excusas para camuflar su incompetencia.
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