Opinión

Camilo José Cela Conde

Palestinos y judíos

Gracias a la bien gentil invitación del Fórum Nueva Economía, tuve la oportunidad de asistir a un debate entre el embajador de Israel, Rafael Schutz, y el delegado general en España de la Autoridad Palestina -con rango también de embajador-, Musa Amed Odeh, celebrado en un hotel madrileño para tratar, cómo no, del conflicto de Gaza.

Por más que los organizadores quisieran mantener un equilibro exquisito de tiempos y formas, tal balanza exacta era imposible. Ni España es de una neutralidad escrupulosa, ni la gran mayoría de los asistentes, elegidos por los organizadores como representantes de la opinión pública o del poder civil, podían ocultar en sus caras una más que declarada animosidad contra las operaciones del ejército de Israel. El embajador de ese país lo sabía. Basó su discurso -pronunciado en un impecable castellano-, en la aceptación de tales hechos y, haciendo de su capa un sayo, quiso transmitir el mensaje de que en Gaza hay una guerra, que en las guerras se producen víctimas civiles y que, pese a ello, ni el objetivo es causar tales daños ni son ellas, las víctimas, el enemigo a batir.

Como cabe imaginar, fue un diálogo de sordos. Ambos representantes llevaban su discurso aprendido de antemano y, por más que se pactasen cuatro bloques de discusión, en realidad el esquema no se apartó ni un ápice de lo previsible: reiteración de los argumentos sabidos de unos y otros. Los asentamientos judíos ilegales, el muro de cierre de Cisjordania, la desproporción de medios de castigo, la asfixia de un Estado palestino en embrión. La actividad terrorista de Hamás, su posición actual hegemónica gracias a unas elecciones en las que los palestinos les dieron su confianza, los miles de cohetes lanzados contra Israel desde su retirada de Gaza, los atentados suicidas, la voluntad declarada por Hamás de borrar a los judíos del mapa. En realidad se trataba, pues, de un debate a tres bandas en el que el tercer protagonista, Hamás, estaba ausente. Una pena porque, como es obvio, el conflicto no es tanto entre la Autoridad Palestina e Israel sino entre éste país y los fundamentalistas de Hamás. Da la impresión de que, pese a la historia de guerra continua en el pasado de los judíos contra Al Fatah, con ellos cabría una posibilidad de acuerdo. Pero de manera harto significativa, apenas se trató en el debate del hotel madrileño el alcance de la tregua alcanzada hace bien poco. El desánimo al respecto fue de las pocas cosas compartidas.

Dos apuntes dignos de recordar. Amed Odeh vinculó -abandonando el árabe para usar una mezcla de castellano y portugués- la situación de los palestinos al propio drama de Jesucristo, palestino él también. Schutz, bien brillante en su discurso, aseguró que de quien es más enemigo en realidad Hamás es de los ciudadanos de Palestina. Ojalá que el conflicto se mantuviese sólo entre Schutz y Odeh. Habrían hallado una solución en poco más de la hora justa que duró el debate.

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