Opinión | al trasluz

Fernando González Macías

El gol del voto documentado

El Pesedegá ha encajado muy mal el gol por toda la escuadra que le marcó el Partido Popular al haber conseguido que la Junta Electoral Central dicte una instrucción por la que se exige que los emigrantes acompañen fotocopia del DNI o del pasaporte con su voto para el 1 de marzo. En una primera reacción, el presidente Touriño apenas pudo disimular su incomodidad ante el hecho que el árbitro cambie sustancialmente las reglas de juego justo antes de empezar el partido, con los jugadores ya sobre el campo. Se le veía contrariado.

A los socialistas la cosa les cogió por sorpresa. No se lo esperaban. Parecían convencidos de que, por esta vez, todo seguiría igual y que su red de agentes podía seguir recolectando una generosa cosecha de votos en la nutrida diáspora, sobre todo la latinoamericana. Tenían asumido que la reforma electoral, en este como en otros aspectos, siendo imparable, en ningún caso llegaría a tiempo para las elecciones gallegas, que es donde la emigración tiene cada vez más peso. Tanto que de hecho, es a todos los efectos como una quinta provincia y hasta puede decidir quién gobierna.

Los hay que sostienen que los populares, muy hábiles, se aprovechan de que sus afines ideológicos son mayoría en el máximo órgano estatal de control de los procesos electorales que, además, y a decir de algunos juristas, se ha extralimitado. Fue demasiado lejos en la medida en que su polémica resolución viene a modificar de facto una ley, algo que sólo puede hacer el legislador y bajo determinadas condiciones.

En la dirección federal socialista no se resignan. Amagan con un recurso ante el Tribunal Supremo si la Junta Electoral ratifica que se van a declarar nulos todos aquellos sufragios que no vayan acompañados de la identificación del votante. Touriño dice lo único que puede decir en una situación como ésta: que no comparte, ni hace suyo, el criterio de José Blanco y su equipo, que si al final hay recurso, no lo presenta el PSOE gallego ni la Xunta y que cada palo aguante su vela. Pero no va más allá.

La presentación de ese recurso -que probablemente prosperase- dejaría en situación muy incómoda a don Emilio, lo que se dice a los pies de los caballos, sin defensa frente a las invectivas de sus oponentes. No olvidemos que el presidente, porque no le quedaba otra, tuvo que entrar en el juego de PP y Bloque a la hora de exigir desde el Parlamento Gallego a las Cortes Generales las modificaciones legales precisas para garantizar la limpieza y la transparencia del voto en la Galicia exterior. Quedaría al descubierto que juega a dos barajas (una aquí, otra en Madrid), con la consiguiente erosión de su coherencia personal y política.

El caso es que no le falta razón al Pesedegá cuando advierte que la medida dictada por la Junta Electoral no hace sino restringir el derecho a votar de la gran mayoría de los llamados residentes ausentes, que no tienen ni DNI ni pasaporte, ni están a tiempo de conseguirlos. Y encima, aunque lo reduzca a su mínima expresión, no evita el pucherazo: que gente con pocos escrúpulos, votando por ellos, suplante la voluntad de vivos y muertos y demuestre, por la vía de los hechos, que en política, y en determinados casos, puede haber vida después de la muerte. O una cuarta dimensión.

fernandomacias@terra.es

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