Una de las cosas que nos configuran como humanos es que usamos herramientas, que las conservamos para posteriores usos y que, si no las da la naturaleza, las fabricamos. A veces las guardamos cuando no son útiles, por un no se sabe para qué. ¿Será que las humanizas porque te han acompañado durante un tiempo y te han facilitado la vida, como hacen padres, amigos, etcétera?

En sentido contrario al mercado laboral -que hoy convierte a una persona en una herramienta y mañana en un cacharro inútil-, el hogar humaniza el ajuar. Esto debe de ser inmemorial, pero desde que los dibujos animados forman parte de nuestra cultura hasta les pones cara a los objetos. Se le ocurrió al que diseñó La tostadora valiente, pero porque se le ocurre a cualquiera.

En el desarrollismo las cosas debían durar, pero se les respetaba su vida natural. Antes, durante la autarquía, las herramientas y las máquinas tenían que durar más tiempo que para el que habían sido creadas. Cualquier cosa, una batidora, un coche, se resucitaba con un alambre y todo estaba lleno de objetos zombis: viejos, con mal aspecto, pero que después de haberse averiado fatalmente volvían a servir.

Después empezaron a venir cosas fabricadas con obsolescencia programada. A los que fuimos acunados con la nana de "mientras dura, vida y dulzura" el mundo se nos hace raro ahora que lo nuevo se cambia por lo último antes de que llegue lo siguiente. Me gustan los ordenadores por la cantidad de capacidades que tienen y me parecen una mierda por lo pronto que se averían.

Tengo la sensación de que los muy abaratados televisores se comportan como las viejas lavadoras y los ancianos frigoríficos, que tienden a durar más que los cambios tecnológicos que los vuelven obsoletos. Mi televisor cabezón no lleva incorporada la recepción por TDT y vive amenazado por los folletos de ofertas de pantallas planas en las grandes superficies. Pero vive y cuando está apagado me mira con esa carita?