Los del Noroeste Pop Rock protestaron porque, bajo su paragüas, actuaron Raphael y El Consorcio, a los que consideran partituras funéreas. Los del Pop Rock gustan del estrépito; los carrozas, de la melodía cadenciosa. Desconocen que combinar modernidad y tradición es la quinta esencia del progreso. Vivimos la incoherencia musical, de la que los ciudadanos no entienden lo que no les apetece, los políticos peor y los intelectuales nada. Para La Coruña, la música es un estado de ánimo que empieza en el parque de Santa Margarita (habaneras) y acaba en el mar de Riazor. Como refugio, nos queda la plaza de María Pita, cuyos soportales son años despiertos de la noche coruñesa. En nuestra ciudad, desde hace tiempo, se ha instalado definitivamente la música latina, de estilo difícil de definir por tratarse de una identidad compartida. De la promiscuidad integral de la samba, hasta el bolero cubano, con olor a tabaco y abandono de los sentidos, disfrutamos también del sensual tango y de la salsa dominicana. Nos quedan por admirar las parrandas panameñas y las marimbas hondureñas, ahora en la incertidumbre institucional. A punto de agotarse la farmacopea americana, sólo les quedarán las recetas caseras. La historia musical de estos países hermanos transita por confluencias, al galope de la miseria y de la violencia. La incoherencia musical también alcanza a nuestra región. En Boiro, marinero por excelencia, añoraron el Día de la Patria Gallega la música folk celta y vernácula que, al parecer, se prodiga más en el medio rural, lo que Muñoz Rojas llamaba "cosas del campo". La cultura agraria ha evolucionado tanto que, en algunos puntos, sólo tenían como cosecha las subvenciones europeas. Los nacionalistas, tan terrícolas, no deberían perderse en circunloquios a la hora de proclamar su características étnicas. Aquí en La Coruña, responsables de la Promoción y el Turismo, Tello y los suyos debieran escenificarlo en las solemnidades vestidos de fuco y cirolas. Ellas, luciendo el elegante traje de muradana, tocadas con el sancosmeiro. Sería coherente la forma más eficaz de relanzar el costumbrismo de interés antropológico.

El masivo refrendo popular a El Consorcio y a Raphael ha sido el mejor plebiscito para el concejal de Fiestas, Sr. González Garcés, por incluirlos en Noroeste Pop Rock. Las protestas de los jóvenes rockeros ante el Ayuntamiento, y la exhibición de una muñeca hinchable durante el nostálgico concierto, no pudieron empañar el éxito. Su desorientación evidencia el grave error de la juventud en comprometerse con las cosas revisables.