Aunque el fantasma indigenista que recorre América Central y del Sur puede ayudar a combatir el racismo clasista que aún exista, y evitar que se pierdan para siempre hermosas culturas, llevado demasiado lejos puede caer en el ridículo. Adviértase que he escrito América Central y del Sur, en lugar de Latinoamérica o Iberoamérica, para que no me acusen de conquistador genocida. Aunque convenga salvar los legados de la historia, ésta nunca se debe desandar, y además no es posible. En algunas regiones atlánticas nos podemos sentir muy celtas, pero no intentamos contarlo en escritura ogámica. De igual modo que en Europa, por mucho que nos tire el fantasma de los ancestros, es demasiado tarde para emprender una lucha contra el Imperio Romano, en América se les ha pasado el arroz en la lucha contra los conquistadores. Para empezar, que renuncien todos al castellano.