Con tan sólo 33 años, José Manuel Lage Tuñas es ya casi un veterano de la política gallega. Ingresó en el PSdeG a principios de los noventa. Antes había desarrollado una intensa actividad en el ámbito estudiantil y de movimientos sociales en la comarca del Barbanza, su tierra y su zona de operaciones. Entre 1996 y 2002 fue secretario xeral de Xuventudes Socialistas, al tiempo que desempeñaba diversos cargos técnicos y de gestión en el Consello da Xuventude de Galicia, que presidió entre 2002 y 2004. El pasado mayo cumplió seis años como diputado autonómico. Tiene también una considerable experiencia en los órganos de dirección del PSOE gallego e incluso en Madrid, donde no le faltan contactos al máximo nivel, a través de personajes con tanto poder como el mismísimo Pepe Blanco.

Sus actuales enemigos, que son muchos poderosos, dentro del Pesedegá, dicen que Lage Tuñas creció a la sombra de Pérez Touriño. Creen que sin su apoyo no habría llegado donde llegó. Por eso también le acusan de ser uno de los que contribuyeron al ensimismamiento de Don Emilio en Monte Pío y a que llegara a creerse lo que no era: un líder carismático. Precisamente ahora el joven diputado de Noia podría estar pagando su condición de touriñista, que es como un estigma en un partido que quiere pasar página después de la derrota de marzo de 2009.

Incluso quienes entre sus conmilitones no le tienen una especial inquina, los hay que creen que a Lage le puede la ambición. Su carrera ha ido y sigue yendo muy deprisa. No se para en barras. Y pisó demasiados cayos como para que no haya unos cuantos que quieren pasarle factura, ahora que le ven más desprotegido que nunca, huérfano de apoyos en el aparato partidista que encabeza Pachi Vázquez.

Lo que no le van a perdonar en ningún caso es que se atreviera a disputar a Salvador Fernández Moreda la dirección provincial del PSOE en A Coruña. Lage hizo caso omiso a aquéllos que le aconsejaron que desistiera en el empeño de cuestionar el liderazgo natural del presidente de la Diputación. Aunque era consciente de su inferioridad y sabía que no podía ganar -porque el triunfo podía tener para él tan funestas consecuencias como la derrota-, llevó a cabo una campaña sin complejos, en la que atacó algún flanco especialmente sensible del moredismo y, cuando se pierde, eso a la corta y a la larga se paga caro.

Desde el entorno de Moreda reclaman un escarmiento. Le piden a Pachi Vázquez que lo degrade a diputado raso, que es lo que le corresponde por su derrota interna y algo de lo que le creen más que merecedor por un exceso de protagonismo parlamentario y hasta por ser un garganta profunda que presuntamente filtra a la Prensa cosas que pasan en las filas socialistas, para que los medios le traten bien a él. Sus defensores dicen que el problema es que, con su actitud hiperactiva y estando en todas las salsas, Lage deja en evidencia a muchos señoríos y señorías socialistas, que no dan palo al agua.

Desde fuera, sin embargo, da la impresión de que el objetivo último de la operación anti-Lage es que Vázquez deje de actuar como reina madre y asuma la dirección real de la huestes socialistas de Hórreo. Eso incluiría un nuevo reparto de los papeles estelares, que no pueden seguir representando determinados actores, algunos simples meritorios, escogidos por un director de casting que hizo mutis por el foro. Personajes que encima no gozan del favor ni del público ni de la crítica. Vamos, que no se puede aspirar a ganar con un equipo capitaneado por perdedores, cuando tampoco hay un Ronaldo que lo lidere.

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