. l concepto de adulto es bastante infantil. No el de "llegado a su mayor crecimiento o desarrollo" del que habla el diccionario sino el que se aplica en las tiendas y teatros para etiquetar los contenidos culturales y los espectáculos. La visión de películas porno no es para niños pero ¿su simpleza las hace para adultos? (¿O es porque, en ellas, lo más visible ha llegado a su mayor crecimiento o desarrollo?)

Miley Cyrus, actriz, cantante y compositora estadounidense de 17 años, es conocida por su personaje Hannah Montana y ahora, como se ha puesto grande y quiere seguir cantando y bailando fuera del canal Disney, está en un acelerador de adultez que corre peligro de dejarla viuda antes de casarse. La increíble mujer creciente se dedica al show, o sea a mostrar y para estrategas bobos toda evidencia es poca.

Hasta ahora, Miley Cyrus era una falsa muchacha: en su serie hablaba en continuo tono sardónico como un adulto joven que trabaja de guionista de Hollywood y no demasiado bueno. En la vida privada se contaba que cobraba 25 millones de dólares pero se le daba una paga de quinceañera dependiente de las ofertas del McDonald's. Alitas de pollo gratis.

Que la actriz ha crecido lo ve cualquiera pero, como ha de nacer la Miley adulta, hace canciones menos azucaradas, protagoniza videoclips contoneantes con gesto malhumorado y reduce los shorts hasta donde muestren más piernas sin dejar de ser piernas.

El relato de la estrategia mercadotécnica es que debe acabar con la imagen de niña buena. No lo era. Era más bien graciosa pero rabanera. ¿Crecer es hacerse niña mala o dejar de ser niña? De momento es comprar una mansión en Los Ángeles. Quien quiera conocer las últimas instrucciones para hacerse adulto según los estrategas descerebrados del espectáculo que no se pierdan las noticias del crecimiento de Miley.