Desde hace meses, quizá durante todo este curso, hemos traído a este folio las venturas y desventuras del posible e imprescindible Pacto por la Educación, un conjunto de medidas urgentísimas para la estabilidad del sistema educativo y la piedra angular para la salida de la crisis: la cualificación del alumnado que aún permanece en el sistema y el retorno al mismo de aquellos que lo abandonaron prematuramente y sin la formación básica atraídos por los salarios de los años de bonanza.

Nadie discrepaba en cuestiones de sustancia, quizá fuesen los beneficios exigidos por una parte de la patronal de la enseñanza concertada, quizá no les pareciesen lo suficientemente pingües, como para que populares y nacionalistas catalanes pusiesen algo de su plato de la balanza para alcanzar la paz social y legislativa.

Teniendo en cuenta que las competencias ministeriales en materia educativa se limitan a Ceuta, Melilla y la UNED, fuera de estos tres reductos el ministro de Educación manda menos que un árbitro en una corrida de toros. ¿Qué podría haber hecho con los dineros que tenía reservados para la aplicación del pacto? Pues lo más lógico podría haber sido llegar a un acuerdo social con asociaciones de padres y sindicatos, sólo una sugerencia, podría haber enviado el proyecto de ley al Parlamento y que allí dijesen alto y claro sus alternativas desde la oposición y quedasen en ridículo de forma más ostentosa. El asunto es que no debía haber y además no era conveniente una foto con el gobierno, y lo que no puede ser, además es imposible.

Pero nuestro rumboso ministro Gabilondo, casi pródigo digo más arriba, aparece renaciendo de su derrota, derrota colectiva podría decir, que no de su fracaso, aquí sólo han fracasado los que non han sabido estar a la altura de lo que la sociedad les exige, tira de talonario y todo aquello que había ofrecido pagar del presupuesto central como parte del acuerdo, oigan, lo sigue poniendo, que si hace falta dinero para la FP, para los programas de cualificación profesional, pues venga, está hecho. Que si hay que mejorar la formación del profesorado en lenguas extranjeras, el programa PALE, o el PROA de refuerzo de alumnado con dificultades, ahí va ese cheque.

Que si no tienen dinero para ordenadores, él paga la mitad. Y así hasta más de 590 millones en el presupuesto del año que viene. ¿Qué hacen las CCAA? Como aquella vieja película, Coge el dinero y corre, los consejeros, sobre todo los populares, maquillan algunos nombres, Abalar por Escuela 2.0, y a vender la moto. Desesperanzador.

Un último apunte colateral, sí hubo foto, duró poco y no he visto ni un papel que diga la verdad sobre lo acordado. Me refiero al acuerdo entre el ministro de Industria Sebastián y el portavoz popular de economía, el señor Montoro -seguramente una de las personas más felices del mundo, de sonrisa perpetua, fíjense-. Aparentemente se trataba de aplazar una subida del recibo de la luz prevista para este mes. ¿Qué salen ganando las eléctricas? ¿En qué coinciden Gobierno y oposición en realidad? ¿Es un sucedáneo del Pacto por la Energía que se reclamaba, también con insistencia? Sorpresas nos dará la vida.

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