Opinión | desde los cantones
Celso Ferreiro
Medicina: la Xunta debe poner fin al gaudeamus de la exclusividad Otrosidigo
La eventual implantación de la docencia teórica del segundo ciclo de Medicina en las Universidades de Vigo y de La Coruña, configurada en el pacto de los tres rectores con la Xunta, no agrada al diario compostelano. Pugna por mantener la exclusividad local, aludiendo al símil de la fusión de las cajas: "se necesita una Facultad de Medicina fuerte, solvente y gallega", como si los centros de estudio vigueses y coruñeses pertenecieran a otro planeta. En su delirio, llegan a subrayar que "el interés coruñés es una obsesión enfermiza, más por arañar competencias a Santiago que por cuestiones académicas". El disparatado localismo tribal, que lo lleva a comparar las disciplinas universitarias con la contabilidad creativa, les hace difícil digerir el ecumenismo de la enseñanza. En los tiempos actuales, nuestra circunstancia ya no es nuestra aldea, y el ciudadano, por ser libre, necesita conocer la realidad de nuestra propia circunstancia, que es enorme. Las aspiraciones de las Universidades de Vigo y de La Coruña son muy antiguas, sólidamente fundadas, y no son excluyentes. Responden, principalmente, al menester socrático de poner al alcance de todos, no sólo de los más pudientes, como ahora, los medios precisos para que los jóvenes se perfeccionen en el saber y en las ideas del espíritu. ¿Quién en el siglo XXI puede oponerse a reparar tamaño injusticia? ¿Quién en la actualidad puede atribuirse el monopolio de la enseñanza? Las respuestas descalifican tantos comentarios de populismo primitivo y de verbo pastoril con los que tratan de hacernos ver quienes los formulan que sólo ellos merecen privilegios pagados por los demás. Argumentar que no se debe duplicar la Facultad de Medicina sólo cabe en mentes atoradas. Van contra la realidad y el sentido común, cuando se multiplican las facultades de Derecho, Sociología, Filología, etc. La indigestión capitalina de los pseudoportavoces les afecta de tal modo que la entienden como un derecho a todo. Aclaramos que esta aristofobia no es complejo social, ni holganza; es que les sobra tiempo. La Xunta debe poner fin, cuanto antes, a este anacrónico gaudeamus de la exclusividad.
El alcalde socialista de Culleredo lleva 23 años poniendo chinitas a cualquier proyecto de mejora en el aeropuerto de Alvedro. Su obstrucción es muy celebrada por los centralistas, y cuenta, además, con el silencio de sus conmilitones coruñeses. Para la Sra. Marón, los retrasos en las obras son achacables a Negreira: para el Sr. Losada, la culpa es de Rajoy.
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