Opinión | desde los cantones
Celso Ferreiro
Otrosidigo La amnesia de Méndez Romeu
En el socialismo gallego, comienzan a observarse movimientos reveladores que no son más que efectos colaterales de los vaivenes de su cúpula federal, acentuados en nuestra región ante la próxima cita electoral, y el fin de los precarios pactos de poder con el BNG. El alcalde de Cambre deja el barco y no se presentará a la reelección. La marcha del cerebro pensante, Varela Tejedor, ha desconcertado al regidor Sr. Varela Saavedra, que ha anunciado, solemnemente, ataviado con sus infaltables tirantes, como un cervecero muniqués, que dará un paso al costado. Más relevante es el caso de Méndez Romeu, ex concejal de La Coruña, ex secretario de Estado de Medio Ambiente, exconselleiro de Presidencia (bipartito), nominado para consejero laboral en Buenos Aires y parlamentario que ha denunciado públicamente su postración política, por su extracción vazquista y haber sido colaborador de Touriño. Vazquistas han sido Moreda, Losada, Marón, Barcón -hoy en puestos relevantes-, que, con Méndez Romeu, acumulan un almacén de años en sus cargos. Por higiene política, el PSG, si quiere sobrevivir en La Coruña, debería amortizarlos. Resulta curioso cómo a Méndez le sobreviene la memoria una vez perdida la mamandurria en la Xunta, y se atreve a proponer, como el Partido Popular, que en las próximas elecciones gobierne la lista más votada, a fin de evitar el excesivo poder que, mediante acuerdos, se otorgó a los nacionalistas. Mar Barcón, nuestra Leire Pajin regional, en una perogrullesca carta, le dice al atribulado Méndez Romeu que sin los pactos con el BNG hubiese gobernado la derecha en los municipios. Estas políticas de vuelo raso nos quieren hacer ver que cuando gobierna la izquierda (progresista) es democracia; cuando lo hace la derecha, es fascismo, viejo tabarrón, tan rancio como la utopía nacionalista. El tránsito por la oposición es duro, más si estás postergado, cuando al bolsillo se asocia el desarraigo neuronal, y las deformadas ideas, que en otros tiempos orientaban el viento dominante, los han llevado al infortunio. Una vez más se comprueba que la desventura decanta pocas lealtades.
Los atascos en la avenida de Alfonso Molina son un martirio, y una sangría económica. Los frecuentes accidentes, una desgracia. El Gobierno municipal, cuya mayoría ha cumplido la veintena en los cargos, ha resultado incapaz de reclamar a Fomento. Seguramente, para los munícipes, la congestión del tráfico debe ser algo subjetivo, como los malos olores para la concejala de Medio Ambiente.
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