Opinión

Pedro De Silva

Pueblotenientes y no

Hay gente que disfruta de sus vacaciones en Vietnam o Tierra de Fuego y otra que prefiere volver al pueblo de origen, por las fiestas. Influye el presupuesto, claro, pero no tanto: gente muy rica no se pierde los festejos patronales, y otra que va justa compra su viaje intercontinental a plazos. Mi poeta de cabecera, que es de ciudad de muchas generaciones, echa de menos no tener pueblo al que volver a veces, como si a su planta le faltara una raíz y aquejara falta de nutrientes. La gente sin pueblo anda algo perdida en el verano y envidia a los pueblotenientes. En los pueblos están los amigos de la infancia o de la infancia de los padres, alguien de la familia, una casa restaurada o a restaurar, el fiestorro con santo, chunda-chunda y tripeo a mansalva y, sobre todo, la sensación de tierra firme, un artículo escaso que, conforme nos globalizamos, va siendo de primera necesidad.

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