La Real Academia de la Historia (RAH) se ha hecho acreedora para, en lo sucesivo, utilizar como lema institucional el de: "ensucia, mancha y da pavor". El buque insignia de sus publicaciones, el llamado Diccionario Biográfico Español, es un mamotreto -de unos 50 tomos- cuyos 25 primeros han sido presentados a los Reyes. Esta polémica obra ha sido subvencionada por el Estado (Ministerio de Educación), que ha dedicado algo más de seis millones de euros del erario público, y es poco entendible que dicho Ministerio y el de Cultura no hayan exigido y revisado, antes de su divulgación, que las biografías publicadas se ceñían a la verdad histórica, que no comprobasen que los especialistas contratados para este monumental trabajo reunían las condiciones de imparcialidad e independencia ideológica mínimamente exigible y contrastada, para no ofender la conciencia y memoria histórica de aquellos que quieren honrar a los muertos y desaparecidos bajo la dictadura oprobiosa del franquismo.

Cabría preguntarse cómo es posible que al medievalista Luis Suárez, miembro de la Fundación Francisco Franco, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, opusneano confeso y componente de la RAH, se le pueda encargar una entrada sobre su ídolo, el general Francisco Franco, en la que se puede leer que el citado golpista "montó un régimen autoritario pero no totalitario", y que el director de la Academia, Gonzalo Anes, se quede tan ancho manifestando que a la gente joven, que no vivió la época franquista, les dice más "el término autoritario que dictatorial". Tal afirmación es un insulto, un agravio para los miles de jóvenes cuya formación académica, o sus propias inquietudes por la verdadera historia de España, les permite diferenciar perfectamente lo que es "autoritario" de "totalitario" y "dictatorial" (simplemente acudiendo al diccionario de la lengua española), consecuentemente saben distinguir una nefasta, represiva, brutal y sanguinaria dictadura, promovida por un golpe de estado y apoyada por el nazismo y fascismo imperante en aquella Europa dominada por sátrapas como Hitler y Mussolini, del uso democrático de la autoridad en defensa de la libertad y los derechos humanos.

No termina el revisionismo, el filofascismo y la parcialidad en parte de este panfleto seudo histórico. Así nos encontramos la referencia del historiador, Carlos Seco, al Gobieno de Negrín, afirmando que prácticamente era un "régimen dictatorial". Hay que ser un buen manipulador de la historia para decir tamaño barbaridad. También las alabanzas a Aznar y Esperanza Aguirre por parte de Manuel Jesús González, secretario de Universidades a las órdenes de ambos, y con más de lo mismo habría que referirse a la no mención del caso Gürtel cuando biografían a Camps o a Rita Barberá sus propios asesores, y cómo no la referencia a las infantas hecha por la propia Casa Real. Todo un compendio de intereses personales, de historias torticeras que parte de los 36 miembros de la RAH han bendecido y seleccionado para mayor deshonra de nuestra historia.

Esperemos que el franquismo residual, que permanece y está representado por esa derecha vetusta, arcana y anquilosada (presente en antros y covachas -ubicadas principalmente en Madrid- que gozan del amparo de ciertas instituciones conservadoras, entre ellas la RAH), desaparezca de nuestro constitucional y democrático Estado y que, de una vez por todas, se den los pasos necesarios para expulsar de la sociedad española el revisionismo de aquellos nostálgicos y verdugos que intentaron, con un cruento golpe de estado al que llamaron "Cruzada" y "Guerra de liberación", eliminar las libertades y sepultar la democracia.