Imagine que recibe la siguiente nota de su partido político: "Querido afiliado, deberías mandarnos una lista con los nombres y direcciones de todos tus amigos, así como sus teléfonos móviles, para que durante la convención les enviemos un montón de cartas y de SMS de propaganda como si fueran tuyos". Pues esto es lo que ha puesto en marcha el PP, pero no con las agendas de direcciones postales, sino con los perfiles de sus militantes y simpatizantes en las redes sociales Facebook y Twitter. La petición se ha presentado como temporal, solo durante la convención que se desarrolla del jueves 6 al sábado 8 en Málaga, pero para todo hay una primera vez.

La red ha reaccionado inmediatamente y en Twitter han llovido los mensajes con la etiqueta "ProstiTuit". Uno de ellos afirma: "he cedido mi twitter al PP, la sangre a Botín, el alma a Satanás i los huevos al flan Dhul". Cuando los tuiteros se ponen salerosos es una gozada pasear por ahí.

Del PP conocíamos su habilidad para coordinar los mensajes de sus portavoces. Ya hoy, si la consigna del día es (pongamos por caso) "Rajoy cada vez está más joven", durante 24 horas no oímos decir otra cosa a senadores, diputados, consejeros, alcaldes y conserjes de las sedes. Y, naturalmente, a tertulianos y columnistas afines. Pero lo de las redes sociales ya roza lo sublime.

Con la nueva técnica ya no será menester que el afiliado reciba el parte mañanero; un ordenador se encargará de difundirlo con su remite a todos sus "amigos" de Facebook y a todos sus seguidores de Twitter. Ya puestos, también podrán descansar todos los jefes y mandos intermedios que hasta ahora se encargaban de esparcir la novedad: se enterarán al leerse a sí mismos en las redes. En realidad, bastará que el jefe supremo teclee unas palabras en su tableta mientras desayuna en bata y zapatillas, y cientos de miles de muñecos de ventriloquía simularan que se les acaban de ocurrir a ellos solos.

La cosa aún tiene remedio, pero corre prisa. En último extremo cada uno de nosotros tiene el mando de sus cuentas, y nada es más sencillo que romper con un "amigo" de red social o darse de baja como seguidor de alguien. Podemos despedirnos con el siguiente mensaje: "fue bonito mientras duró, pero te han robado el alma, y cuando quiero propaganda bajo a abrir el buzón". Hay que hacerlo pronto, para cortar por lo sano antes de que la ocurrencia se generalice y el aire de las redes sociales se convierta en irrespirable.