Hay que remontarse a viejos aldraxes, a las manifestaciones contra la capitalidad en Santiago o a favor de la autonomía, para encontrar guiños semejantes a los que están mandando las fuerzas vivas del país a sus paisanos para que se rebelen cual irmandiños y sus paisanos no se dan por enterados y ni se revolucionan ni alporizan aunque les digan que se quedan sin sistema financiero gallego. A lo mejor es que aún no han reaccionado de esa especie de remake de Toma el dinero y corre que vivimos estas semanas, sin la inocencia de Woody Allen.

Cuando todos los que engañados y de buena fe o engañadores, sabedores de lo que se cocía en las entretelas de la fusión de las cajas, se hicieron fotos cual equipo de baloncesto, tendrían que estar en estos momentos reflexionando sobre lo dicho, rehaciendo su discurso y adaptándolo a la realidad, unos, y dimitiendo o pidiendo disculpas por su mala fe, otros; insisto, ahora, volvemos a las andadas con el asunto del Pastor, que al parecer fue hasta el momento la clave de bóveda de la riqueza gallega, de su producto nacional bruto; que ya no tenemos banco, que ya no somos nadie, que nuestra construcción como proyecto de país ya no es viable o lo que es peor, hay quien dice que hay que nacionalizarlo, para convertirlo en el banco público que nos llevaría a los paraísos de la modernidad nadando en la abundancia todos y cada uno de los gallegos, un alucine. Yo no sé hasta dónde nos va a llevar este derroche de surrealismo que nos invade. No hace muchos días comprobábamos que una de las mayores industrias del país que se dedica al montaje de coches se quedó paralizada porque no le llegaban unos tornillos de sé dónde. Una política industrial de bandera.

Claro que esto pasa en un país donde prolifera el sembrado de puertos exteriores sin tren ni futuros barcos, aeropuertos cada vez más escasos de vuelos y facultades universitarias distanciadas por 60 Km. que compiten entre sí para impartir la doble titulación Derecho y Administración de empresas, cuando los alumnos a los que les llega la nota en la selectividad se van a la Complutense, que estudiar en Madrid es poco más caro que ir a vivir de Lugo a Santiago o a Coruña. Menos mal que poco a poco se van desmontando más mitos, estos días vio la luz un nuevo número de Cuadrante, la revista especializada en divulgar nuevos estudios sobre Valle-Inclán. Ahora resulta que no era el genio que volvía de Madrid a reencontrarse con sus orígenes, que es recibido en foros y tertulias, que es agasajado, que por su habitación no dejan de desfilar toda suerte de personajes y autoridades. Más bien parece que Valle regresa a Galicia angustiado por el futuro de sus hijos, quizá confiando en los tratamientos punteros contra el cáncer a los que puede tener acceso en la clínica compostelana donde le tratan, en fin algo más natural y lógico, alejado de la figura de leyenda que le persiguió durante su vida. Al final algo de realismo.

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