La Comisión Europea ha publicado esta semana las nuevas propuestas para la reforma de la Política Agrícola Común para el período posterior a 2013. Yo creo que las propuestas de reforma constituyen una buena inversión para los próximos años y harán que el sector agrícola en todo el territorio de la UE esté más en forma de cara al futuro y listo para hacer frente a tres de los desafíos a largo plazo del siglo -la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible de nuestros recursos naturales y el mantenimiento del equilibrio territorial de nuestras zonas rurales-.

Las negociaciones sobre la reforma obviamente se llevarán a cabo en paralelo con las negociaciones sobre el presupuesto general de la Unión Europea para el período comprendido entre 2014 y 2020. En el proyecto de presupuesto publicado por la Comisión a finales de junio, se presentó una propuesta realista que prevé una pequeña reducción en el presupuesto de la PAC en términos reales -y la proporción respecto del presupuesto de la UE se reducirá del 39% en 2013 al 33% en el año 2020-. Sin embargo, no lo olvidemos, la PAC es la única política verdaderamente común europea, ya que la gran mayoría de los fondos públicos destinados a la agricultura proviene del presupuesto de la UE, en lugar de los presupuestos nacionales o regionales. Es una política con una historia detrás -el próximo año será su 50.º aniversario-. Pero es importante que esta reforma introduzca cambios significativos para que la PAC -y la agricultura europea- se centre en los retos del futuro. Uno de los elementos clave de la reforma es asegurarse de que el presupuesto que tenemos esté mejor centrado, sea más justo y más eficiente respecto de los objetivos que queremos lograr. Ésta es una de las razones por las que estamos considerando limitar la cantidad de pagos directos que cualquier explotación individual puede recibir a 300.000 euros, con una reducción ya aplicable a partir de 150.000. Ese dinero será transferido para contribuir a la inversión y proyectos de innovación. Del mismo modo, no podemos justificar el basar la distribución de los pagos directos después de 2013 en los volúmenes que los agricultores produjeron entre los años 2000-2002. Avanzar gradualmente hacia un pago uniforme por hectárea -por Estado miembro o por región- es ir hacia un sistema más justo. Es evidente que también tendrá que haber alguna redistribución entre los diferentes estados miembros -proporcionando más para aquellos que reciben menos en estos momentos-, pero creo que se trata de un cambio modesto en el período hasta el año 2020, y todavía se permitirá una cierta flexibilidad para las áreas sensibles.

Otro cambio importante es la introducción de un pago de "ecologización" (greening) para todos los agricultores. Con el fin de recibir este pago, estamos pidiendo a los agricultores que cumplan tres prácticas agrícolas aceptadas -la diversidad de cultivos, el mantenimiento de los pastizales y la reserva de un área para la naturaleza-. No estamos pidiendo mucho esfuerzo a los agricultores -estas son ya prácticas comunes-, pero si conseguimos que los agricultores en todo el territorio de la UE hagan este esfuerzo adicional, el efecto global en masa será considerable. No hay que olvidar que los agricultores europeos gestionan aproximadamente dos tercios del territorio de la UE. Ésta es una inversión que es buena para todos en Europa, no sólo para los agricultores.

Hagamos lo que hagamos con nuestra política, el papel principal de los agricultores es y seguirá siendo la producción de alimentos. Como en el resto de la Unión Europea, las sucesivas reformas de la PAC han hecho que la agricultura en España sea más competitiva. Ésta es una importante evolución que debe continuar. Sin embargo, vemos más y más que no podemos confiar sólo en las fuerzas del mercado cuando se trata de algo tan estratégico como la agricultura. La sequía esta primavera o la crisis del E-Coli en junio y julio han puesto de relieve hasta qué punto los agricultores son vulnerables. En nuestra política de futuro, no sólo estamos tratando de mantener las herramientas que nos permitan responder rápidamente a las crisis, sino que también estamos buscando dar a los agricultores una mayor seguridad -por ejemplo, animándoles a trabajar mejor juntos en las organizaciones de productores para que tengan una mejor posición negociadora en la cadena de suministro de alimentos, o proporcionándoles opciones adicionales de gestión de riesgos para que puedan hacer frente mejor a las fluctuaciones del mercado-. También estamos buscando aumentar la cooperación entre agricultores e investigadores con el fin de acelerar la innovación y dar a los agricultores más oportunidades de adaptarse al cambio climático o para hacer frente a la escasez de agua, o para ayudar a crear más puestos de trabajo en las zonas rurales. Un último punto que quiero subrayar es el proceso de simplificación de las normas existentes para el agricultor -por ejemplo mediante la introducción de un régimen más simple para los pequeños agricultores, o aceptando que cualquier región que pueda demostrar que está correctamente respetando las reglas requiera menos controles-.

En resumen, creo que hemos presentado un paquete de medidas que ofrecerá a la agricultura española y a la economía rural de España una mayor confianza para los próximos años. Nuestro trabajo ahora es convencer a un público más amplio del hecho de que un impulso para las zonas rurales de todo el conjunto de Europa será bueno para todos los ciudadanos de la UE.