Para que cualquier cosa se mueva por sí misma necesita un motor (valga la redundancia) y éste, un combustible. Al mundo de la empresa lucrativa lo mueve el beneficio, aunque use otros aditivos. Cuando se pasa de revoluciones es un peligro público, pero bien regulado es un motor eficaz, que quema gasolina de alto octanaje y mueve la economía. Sin embargo, éste no es el único combustible, y hay otros más limpios y eficientes, aunque el vehículo parezca más lento. Se conoce como emprendedores sociales a las personas capaces de poner en pie un proyecto ambicioso de generación de riqueza para la sociedad sin que las mueva el lucro, sino otra endorfina del espíritu humano, relacionada con la generosidad (que en casos, y a ratos, puede ser un aditivo del otro combustible). En los tiempos que corren esa fuente de energía alternativa es muy ignorada, pero justo ahora es cuando más falta hace.