La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) ha multado con 47 millones de euros a 47 empresas por haber llegado a acuerdos para repartirse y fijar los precios de las licitaciones de obras de rehabilitación de carreteras. La irregularidad se detectó en 14 licitaciones de 2008 y 2009.

Funcionamiento. La administración convoca a unas empresas, les da un presupuesto de salida y ellas deben presentar ofertas que lo rebajen. La que más rebaja -dentro de unos márgenes que hagan posible la buena realización de la obra- se la lleva. La CNC asegura que se pusieron de acuerdo y rebajaron entre el 1 y el 6% del presupuesto fijado cuando, en competencia, podrían haber bajado del 15 al 30%. El perjuicio se calcula en 14 millones de euros, dinero público conseguido a través de los impuestos de "todos nosotros", o sea "la mayoría de los asalariados".

Lo más educativo es cómo los competidores conseguían no competir entre ellos, sino con el Estado. El que se quedaba la obra compensaba al resto. Es magnífico que una constructora pague a otra constructora por no construir y excelso que lo haga con dinero del Estado. Se compite con el Estado y se le gana. Es una manera de relacionarse con el Estado propia de los que están siempre cerca de él, compatible con patriótica defensa, como parte contratante, y con el desprecio a la sociedad que administra, competidores en los presupuestos generales.

La segunda enseñanza atañe al riesgo que se atribuye a la actividad empresarial. Con una concurrencia restringida y nula competencia el riesgo era que les cazaran en el pacto ilícito y pudieran ser multados. Pero eso sólo es dinero. No es, por ejemplo, vergüenza porque no se hace nada que desaprueben tus iguales. Es dinero que se ha ganado hoy y que, sólo si vienen mal dadas, se puede perder mañana. De aquí a que haya que pagar y cuánto ya veremos qué pasa.