Un veterano periodista norteamericano, Edward Jay Epstein, ha publicado recientemente un trabajo de investigación sobre el caso Strauss-Khan, el político socialista francés y exdirector del Fondo Monetario Internacional que había sido acusado de agresión sexual a una camarera dominicana de raza negra en el hotel neoyorquino en que se alojaba. Cuando estalló el escándalo, Strauss- Khan era el candidato a la presidencia de la República francesa mejor valorado en las encuestas pero, a raíz del suceso y pese a su posterior absolución judicial, dimitió de todos sus cargos y abandonó la lucha política. Para realizar ese trabajo, Epstein tuvo acceso a las cintas grabadas por las cámaras de seguridad del hotel y a la lista de llamadas telefónicas incluidas en el informe que la policía facilitó al juez. Pues bien, después de hacer un seguimiento minucioso de los acontecimientos de aquel día, Epstein llega a la conclusión de que el político francés pudo haber sido objeto de una trampa por agentes que trabajaban a favor del partido de Sarkozy, el hombre con el que seguramente iba a competir en en las próximas elecciones y con el que estaba enfrentado sobre la forma en que había que solucionar la crisis financiera internacional. Según esta nueva tesis, el móvil que usaba habitualmente Strauss-Khan con cargo al FMI estaba pinchado y alguno de sus mensajes llegó a la sede del partido de Sarkozy. Una habitación del hotel inmediata a la suya fue utilizada por personas a las que la dirección del hotel (propiedad por cierto de una sociedad francesa) se negó a identificar amparándose en la confidencialidad. Y, por último, una grabación de las cámaras de seguridad recoge a un ingeniero del hotel bailando de alegría tras confirmarse que Strauss-Khan había mantenido una relación sexual con la camarera. A parte de eso, hay una serie de interrogantes no despejadas que ya se formularon cuando los hechos salieron a la luz. Así, el escritor español Javier Marías publicó un largo artículo poniendo en duda que algunas de las acusaciones de la camarera pudieran haber sido ciertas dadas las circunstancias de lugar y tiempo. Le extrañaba que el personal de servicio de un hotel pudiera entrar en una habitación cuando esta aún estaba ocupada contraviniendo todas las normas. Y le sorprendía que la camarera alegase haber sido obligada a hacerle por la fuerza una felación a un cliente en un lugar tan concurrido, sin oponerse ni gritar solicitando auxilio. Y de la misma forma se pronunció el veterano y famoso periodista norteamericano Gay Talase cuando fue preguntado sobre ese asunto durante un viaje por nuestro país. Talase, hombre de gran experiencia, no descartó entonces la posibilidad de un complot. Sea lo que fuere, lo único cierto es que Strauss-Khan admitió haber mantenido una relación sexual consentida con la mujer que lo acusaba de violación y que el juez lo absolvió de los siete cargos presentados contra él al no encontrar creíble la versión de la camarera. A partir de ahí, seguirán las conjeturas. No cabe descartar, sin embargo, que sus enemigos políticos le hayan tendido una trampa conocida su al parecer irresistible atracción a las faldas. Hay muchos ejemplos de la utilización del sexo como pretexto para desprestigiar a un personaje público. Sin salir de Estados Unidos, dos de los Kennedy, John y Edward, se vieron envueltos en casos escandalosos, y el presidente Clinton lo mismo. En cuanto al trasfondo político y económico del asunto ¿qué decir? La crisis financiera internacional amenaza con violarnos a todos.