El pasado 4 de agosto y, claro está, del año en curso, hubo festa rachada en Ribadavia, y también en Ventosela. La convocatoria rezaba: "Por un Ribeiro poético: II Xornadas Literarias Xosé Carlos Gómez Alfaro. Homenaxe a D. Xesús Alonso Montero".

¡Cómo y cuánto me ilusionaría cantar, en coro, y en hervor de utopías pendientes, aquello de: "Se vas ó Ribeiro, ó Ribeiro d'Avia, se vas ó Ribeiro, vai por Ribadavia. Vai por Ribadavia, vai por Ventosela, que hai unha rapaza que da xenio vela".

Pues no pude ir a Ribadavia. No pude conocer Ventosela. Pero canté, en honor a Xesús Alonso Montero, tan hermosos versos, tan telúrica melodía, allá por tierras asturianas a donde me llevaron razones de peso, que no de verso, mayor.

Volvió Xesús a su niñez, a su adolescencia. Aunque nacido en Vigo, pasó su infancia y su adolescencia en Ventosela, tierra natal de sus progenitores. Hubo un homenaje oficial en el Centro Social Iglesia de la Magdalena, de Ribadavia. En Ventosela le dedicaron una placa conmemorativa (porque, ¡cumple, en honor y gloria, unas cuantas decenas de años!). Y, nuevamente, en Ribadavia, se le rindió un homenaje popular en el Auditorio del castillo de los Sarmiento.

Pues yo quisiera, con estas humildes letras, sumarme a ese homenaje que, en aquellas legendarias tierras, de buenos vinos y de mejores gentes, recibió este intelectual recio, sin fisuras, militante del PCE desde 1962, represaliado por el régimen franquista, pero indomable; este escritor incansable, conferenciante que, cual Orfeo, adormece a las fieras con su verbo, y hasta los árboles se arrancan de la tierra para ir tras él y escuchar sus bellas interpretaciones de La Internacional y de algunas cantigas de escarnio o de maldecir; este prologuista de más de sesenta libros; este autor de libros tan señeros como: Cen anos de literatura galega; 30 anos de poesía crítica; Lengua, literatura e sociedade en Galicia; Celso Emilio Ferreiro para nenos; Humanismo nas letras galegas modernas; Pedro Petouto: Traballos e cavilacións dun mestre subversivo; Galicia vista por no gallegos (Cuatrocientos autores: de Estrabón a Laín Entralgo)... Y su obra más escalofriante, de temor y temblor, y de la que hice ya una reseña en LA OPINIÓN: Cartas de republicanos galegos condenados a morte (1936-1948) .

Ha sido galardonado, entre otros, con los premios Julio Camba, Otero Pedrayo, 1988; Pedrón de Ouro, 1992; Celanova Casa dos Poetas, 1993...

Catedrático de Literatura Galega, en la Universidade de Santiago de Compostela. Miembro de la Real Academia Galega. Honor de Vigo, de Ventosela, de Galicia, de España, del mundo...Y sigue trabajando, incansablemente. No sé por qué extraña asociación de ideas me vienen a la memoria las palabras que, en un mitin, durante la II República, y en la Casa del Pueblo, pronunció don José Ortega y Gasset: "¡Obreros españoles! Oíd lo que os dice otro obrero que tiene maltrecha su vida por accidente de trabajo, que ha roto, en el trabajo, su salud. España tiene que ser más rica para que vosotros, los obreros, podáis ser menos pobres".

Conocí a Xesús Alonso Montero, hace ya años, no personalmente, ni tampoco telefónicamente. Fue a través de uno de sus maravillosos libros: Realismo y conciencia crítica en la literatura gallega (Ciencia Nueva, Madrid, 1968). Trabajaba yo, en aquel entonces, como lector de Lengua y Literatura Españolas, en la Universidad de Colonia, donde me habían precedido profesores tan insignes como Dámaso Alonso, Gonzalo Sobejano y Ramón Lorenzo. Husmeando en la espléndida biblioteca de Filología Románica, me encontré con ese libro de Xesús, lo leí, entusiasmado (también allí tuve el inmenso gozo de leer la Constitución de la II República Española, 1931, así como libros prohibidos en España). Y surgió la empatía. Hay libros que te encandilan, aunque no conozcas, personalmente, a sus autores. Pero es que también quedas encandilado por sus autores. Así me ha pasado con El libro del buen amor (Arcipreste de Hita), El Quijote (Cervantes), El Manifiesto Comunista (Marx y Engels), El cartero del rey (Rabindranath Tagore), Sidharta (Hermann Hesse), Canto General (Pablo Neruda), Cien años de soledad (García Márquez), Sostiene Pereira (Antonio Tabucchi), El hereje (Miguel Delibes) y un larguísimo etcétera.

También sucede lo contrario. Lees un libro y acabas detestando tanto el libro como a su autor. Así me ha acontecido, por ejemplo, con panfletos tales como El español y su complejo de inferioridad (López Ibor), España sin problema (Calvo Serer), El crepúsculo de las ideologías (Fernández de la Mora)... (todos del nacionalcatolicista Opus Dei).

El ya citado libro de Xesús Alonso Montero me devolvió a mi Galicia natal, de la que había salido a los once años. No fue morriña. No fue saudade. Fue el recuerdo de una tierra en que me habían nacido, en la que tuve mis primeras alegrías, en la que me atormentaron las primeras tristezas, en la que, tal vez, nacieron los primeros amores...

Regresé a España, tras dieciséis años en Alemania. Y aquí tuve ya el honor y el placer de conocer personalmente a este genio llamado Xesús Alonso Montero. Participamos en muchos actos de acción política. Tuvo el humor y la paciencia de venir, desde Vigo, a presentar, en A Coruña, dos libros míos: el libro de poemas De la memoria al ensueño, en el Atenero Republicano (los fondos recaudados por la venta del libro fueron donados a la asociación de niños saharauis); y, el pasado año, presentó, brillantísimamente, en la Fundación Caixa Galicia, mi novela Nas profundas augas do esquecemento.

Amigo insobornable de la verdad. Pero también látigo de tibios, cambiachaquetas, mediocres, petulantes, petimetres y armadanzas. Hace poco definía a un catedrático de Santiago como "feo por fuera y más feo por dentro". Siendo yo director del Departamento de Filosofía y Métodos, en la Universidad coruñesa, propuse a la Facultad de Filología que se propusiera a D. Xesús Alonso Montero como doctor honoris causa por nuestra incipiente Universidad. Me contestaron que no era oportuno. Y yo le contesté a la ilustrísima responsable: "Mire usted, hasta el fanático Tertuliano, el mismo que dijo: 'Credo quia absurdum est' (creo porque es absurdo), también dijo: 'Portet haereses esse' (conviene que haya herejes -disidentes, librepensadores-)". En vano. La ignorancia y el sectarismo pueden segar vidas y talentos, pero no los de Xesús Alonso Montero.

Muy querido Xesús, ¡qué sigas cumpliendo muchas decenas de años, en plena mocedad, y siempre con la idea norte: un mundo, un país, en paz, en libertad, en fraternidad, sin ricos ni pobres, sin explotados ni explotadores. ¡Feliz cumpleaños, maestro, amigo, camarada!