Buenos días, queridos y queridas. De nuevo al tajo, después de una semanita de vacaciones fuera que, merecidas o no, tienen la beatífica virtud de convertir el guiñapo que es uno al principio del verano en un ser renovado y descansado. Un recurso listo para, si no hay novedad, dar guerra durante un añito más, hasta el próximo descanso estival...

Hoy les traigo, después de tanta tinta leída en la prensa sobre la cuestión, el tema de las personas inmigrantes sin papeles y su tarjeta sanitaria. Y lo hago al hilo de alguna encuesta publicada en medios, según la cual las tres cuartas partes de la población española ven adecuada la retirada real de los recursos sanitarios a las personas inmigrantes sin papeles.

Para contestar esto, que me sorprende, déjenme que argumente desde dos puntos de vista. El primero, más ciudadano, inserto en criterios de solidaridad. Y, conforme a esto, creo que hay que buscar mecanismos para que aquellas personas que no tienen medios, independientemente de su situación jurídica, accedan a algo tan básico como es el sistema de salud. Limitando el abuso, obviamente, y frenando la tendencia perversa que ha llevado a ciudadanos y ciudadanas de países bastante más ricos que el nuestro a embarcarse en prácticas de turismo sanitario con destino a nuestro país. Aquí estoy hablando de otra cosa, de atender al que no tiene un soporte básico. Y para aquel cuyo país pueda pagarlo, habrá que arbitrar los mecanismos necesarios para que no se dé el abuso.

Para abordar el segundo enfoque, me pondré en un plano eminentemente técnico. Un planteamiento que, lejos de otro tipo de consideraciones mucho más relacionadas con las ideas de cada uno, abogue por una dinámica mucho más holística a la hora de considerar el gasto sanitario. Conforme a esto les adelanto ya que soy de los que piensan que, en materia de salud, es importante atajar los problemas en origen, de raíz y desde el principio. Y que posibles argumentos de ahorro en la resolución de los problemas de salud de facto en las personas que conviven con nosotros, es muy probable que se vuelvan contra el conjunto. El control epidemiológico no puede prescindir de -u obviar a- una parte de la población que está entre nosotros, sí o sí. Y pretender que sus dolencias no son cosa de todos sólo implicará agudizarlas o cronificarlas, provocar un deterioro de la salud de parte de nuestros congéneres y, a la larga, gastar más. Los recursos de atención primaria son, por definición, los más baratos de cualquier sistema de sanidad público. Y pretender ahorrar un poco hoy puede ser la mejor receta para gastar mucho más mañana. Propugno el principio general de que el ahorro, como el presupuesto, han de ser vistos plurianualmente y conectando todas las partidas implicadas en una determinada familia de gasto. Si no es así, puede producirse un efecto antagónico al pretendido con una determinada acción.

Con todo, yo seguiría apostando por la atención a todas aquellas personas que no tienen mecanismos alternativos a nuestra sanidad pública. Galicia, entre otras comunidades autónomas, se ha posicionado claramente en este sentido. Habrá que, una vez hecha una norma general que pretende racionalizar el gasto e impedir el abuso de terceros, mantener mecanismos absolutamente necesarios para la cohesión social, sin menoscabo de la eficacia en el gasto sanitario. Y las personas inmigrantes sin papeles son aquí las más vulnerables. Su salud es, en alguna manera, la medida de la de un sistema que, una vez aquí, no puede sino integrarles.

Ayer, 31 de agosto, fue el Día Internacional de la Solidaridad. Si es atendiendo a este valor, todo el mundo entenderá que es importante contar con todos los que conformamos esta sociedad. Mi empeño es que, incluso sin verlo desde ese punto de vista, nos demos cuenta de que es mucho mejor así, por las consecuencias -incluso económicas- que podría tener un enfoque mucho más parcial. Por eso me sorprende la contundente mayoría de la retirada de las prestaciones en la encuesta antes citada... Con criterios de racionalidad, me parece que así nos equivocaríamos... ¿Qué le parece a usted?

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