Se habla a menudo de la diferencia entre opinión pública y opinión publicada. Insisten en ello los poderes con escasa tolerancia a la crítica. A esta distinción cabe desde ahora añadir otra: la opinión tuiteada, la que se expresa en las avalanchas de comentarios en Twitter. Y que, según un estudio realizado en Estados Unidos, no coincide con el sentir general de la población. Puede llegar a ser muy diferente y, en general, tiende a ser más extremista y más negativa que la opinión recogida por las encuestas tradicionales.

Tal es la conclusión de un análisis a cargo del Pew Research Center, que comparó los resultados de las encuestas convencionales, de fiabilidad reconocida, con el tono de los tuits en respuesta a ocho eventos importantes, incluyendo el primer debate de las elecciones presidenciales, el resultado de estas, y los principales discursos de Barack Obama. En tres de los ocho ítems analizados, Twitter se desviaba mucho a favor del presidente, en tres lo hacía en contra, y solo en dos sintonizaba con el sentimiento general.

La distorsión es perfectamente explicable. El perfil de los tuiteros (edad, tendencias, nivel de estudios...) no coincide con el perfil general de la población. Además, se trata de gente motivada para hacer el gesto, lo que suele implicar posiciones combativas. Euforia e indignación son buenos motivos para lanzarse al debate, mientras que la moderada complacencia o el ligero desacuerdo nos dejan plácidamente sentados en la butaca.

Aún más acusada es la distorsión en las encuestas que lanzan las publicaciones digitales, y que solo representan la opinión de quienes las ven y tienen ganas de participar. En el mejor de los casos, sirven para intuir la línea de la publicación, en la medida que retratan la ideología de sus seguidores. Sin contar con los activistas que envían miles de correos para avisarnos de encuestas en marcha e inciarnos a votar en un sentido determinado, por el bien de la causa que sea.

Todo ello no sería ningún problema si no se hubiera puesto de moda utilizar el análisis de los flujos de tuits como indicativo del estado de la opinión pública. Se supone que los trending topic nos dirán qué interesa a la gente -y nos muestran a "la gente" como voluble e inestable-, y que el análisis de contenidos nos dará veredictos certeros sobre los hechos de actualidad. Y no es necesariamente así. Como método puede ser más fácil y económico que una verdadera encuesta, pero es mucho menos fiable.