Alfred Nobel, que entre otras naderías inventó la dinamita y creó la fábrica de cañones Bofords -probablemente más prolífica que la alemana Krupp-, amasó la nada despreciable fortuna de 33.000.000 coronas suecas, cifra que cuando hizo testamento en 1895 era una auténtica barbaridad, casi toda ella producto de la fabricación de armas y explosivos, un Potosí de la muerte que convirtió la dinamita y el cañón en oro de 24 quilates.

Dicen que el pesar por la creación de sus infernales artificios fue la razón para fundar, y dotar ampliamente, los premios que llevan su nombre, a fin de paliar en alguna medida el mal que creía haber ocasionado a la Humanidad. Sus familiares solamente recibieron 100.000 coronas, que es de suponer los pusieron del hígado llevándoles pronto a incrementar la cifra de víctimas de los inventitos de su pariente. Sería de justicia que la Academia crease un premio para resarcir a sus semidesheredados familiares. Si el presupuesto no da mucho de sí, puede suprimirse el Premio de la Paz, pasando su dotación a los sucesores del inventor, pues al fin y al cabo el Premio de la Paz es una invención posterior a la muerte de Nobel, galardón que suele entregarse a gente tan pacífica como Ted Rooselvet, Yaser Arafat o el mismo Obama, que daba botes de gusto cuando sus muchachos apiolaron a Osama Bin Laden, un pollo de cuidado ciertamente pero cuyo final no es como para hacer una fiesta.

Hace unos días pasó a mejor vida el general ruso Kaláshnikov, creador del famoso fusil de asalto AK-47, alma máter del arma de fuego más profusamente fabricada; se cree que hasta al momento se han hecho 75 millones de estos rifles, y otros 25 de imitaciones más o menos logradas. Sin embargo el general, cuyo invento es una derivación de un arma alemana, no muere forrado de pasta como Alfred Nobel, pues en la antigua URSS de derechos de autor, royalties, patentes y demás zarandajas, nada de nada. Si hubiese cobrado en consonancia con el sueco, la herencia de este al lado de la del ruso sería como verdurita. Abierta Rusia al capitalismo (?), algo habrá apañado el nonagenario militar, pero la parte del león ya se la ha llevado el estado soviético. En fin, que siempre hubo ricos y pobres. Lo que queda por saber es cuál de los dos, el escandinavo o el eslavo, causaron más fiambres.