Opinión | Al trasluz

Fernando González Macías

Ese no es el estilo de Besteiro

Los que propalan ese tipo de rumores no conocen a José Ramón Gómez Besteiro. En su forma de entender y ejercer el liderazgo no entran los golpes bruscos en la mesa. Por el contrario, tiene a gala practicar un escrupuloso respeto por las decisiones democráticas de la militancia, eso sí, una vez que las ha tomado en firme, como en el caso de la elección de los alcaldables por el sistema de primarias, allí donde hay más de un aspirante. Otra cosa es que intente influir por los mecanismos a su alcance en ese tipo de procesos mientras se desarrollan. Si acaso, lo hará manejando los hilos que pueda en las fases previas al desenlace, de modo que el resultado final sea el mejor para los intereses generales del partido, como para los suyos y los del aparato que lo sustenta.

Al líder del Pesedegá no le convence Francisco Reyes como candidato a la Alcaldía de Santiago. De hecho, evita respaldarlo expresamente cuando se le pregunta al respecto. Sin duda, habría preferido un Ángel Gabilondo compostelano, un personaje de perfil más alto, aunque fuese independiente, incluso sin experiencia previa en política activa, pero que aportase un plus a las siglas. Alguien que, además, a modo de tercera vía, fuese quien de aglutinar al socialismo capitalino, cuyas bases están más enfrentadas que nunca, como quedó bien patente en las convulsas primarias y en la elección del secretario local. De aplicar ahora el dedazo, el remedio podría ser peor aún que la enfermedad.

Besteiro no es el único que teme el descalabro del tal Reyes, actual portavoz municipal casi por accidente. La irrupción del aún alcalde de Teo (y delfín de Beiras), Martiño Noriega, al frente de la lista apoyada por Podemos, Esquerda Unida y otros grupos rupturistas, tiene altas posibilidades de privar al PSOE de la condición de segunda fuerza, de la que gozó siempre que no fue la primera. Ese cambio sustancial en el escenario político santiagués es el que alimentó la teoría de que el joven líder lucense manejaba la posibilidad de imponer un candidato de la ejecutiva regional, apoyándose de alguna manera en el precedente sentado en Madrid con la defenestración de Tomás Gómez.

Pero la cosa no pasó del comentario off the record entre destacados militantes y antiguos dirigentes o cargos públicos del socialismo compostelano. Era su deseo, en algún caso por puro interés personal. No consta que nadie plantease formalmente la idea por cauces orgánicos. A Besteiro debió de llegarle por vía rumorológica informal o por las especulaciones periodísticas de estos últimos días, que llegaron a plasmarse negro sobre blanco, en papel impreso, incluyendo osadas especulaciones sobre los posibles reemplazos de Reyes. Hay constancia de que alguno de los citados aún no salió de su asombro, si bien la cosa no deja de constituir un halago (y la constatación de que no está políticamente amortizado).

Poniendo la venda antes de la herida, Besteiro avisa que está dispuesto a asumir solo una parte de la factura que las bases vayan a pasar por los eventuales malos resultados de mayo en las ciudades y pueblos de Galicia. Se trata de elecciones municipales, donde cada concello es un mundo y cuenta mucho el factor personal. Los candidatos no los puso ni los impuso él. Cada palo tendrá que aguantar su vela. Y el partido en su conjunto echará las cuentas generales. Será entonces el momento procesal oportuno de pedir responsabilidades, hasta cierto punto, a la dirección regional, y siempre después -nunca antes- de que los candidatos y las organizaciones locales asuman las suyas.

Tracking Pixel Contents