Opinión
José Antonio Portero Molina
Continuidad y novedades en Andalucía
Gana el PSOE y no hay cambio, cambio de verdad, no el que algunos ven en el comienzo del fin del bipartidismo. El cambio de verdad se produce con la alternancia en el gobierno y no por acceder dos nuevas fuerzas a los bancos de la oposición y nada más. Ese cambio estuvo cerca en 2012 cuando el PP ganó las elecciones en las urnas pero perdió el gobierno en la cámara por el acuerdo entre socialistas e IU. Se habla de declive del bipartidismo, otros de su final, pero no acabo de verlo tan claro porque los dos grandes suman 80 escaños de 109 y el 72% del voto; porque no eran dos sino tres los partidos que contaban, no siendo el tercero convidado de piedra sino indispensable para formar gobierno y porque el bipartidismo bien entendido, a la norteamericana o a la británica, consiste en que, con independencia del número de partidos que compiten, el gobierno siempre es cosa de dos grandes que, con normalidad y alguna frecuencia, se alternan limpiamente en el poder y en la oposición a veces por un mandato y a veces por tres o más, según lo quiera el electorado. Ocurre que cuando no hay alternancia, y no la hubo nunca en Andalucía, porque el mismo partido gana y gobierna una y otra vez durante, digamos, cinco o más mandatos unos veinticinco o treinta años, más que de bipartidismo tendremos un sistema de partido hegemónico, no muy normal en una democracia sana. Hegemónica fue la socialdemocracia sueca que gobernó de 1932 a 1976, ¡44 años!, y lo es el PSOE andaluz que ha ganado con liderazgos distintos desde 1982. Porque ha conservado los 47 escaños que tenía se dice que Susana Díaz ha acertado al adelantar un año las elecciones pero al bajar IU a 5 suman 52 en lugar de los 59 de antes y tendrá que gobernar en peores condiciones porque para la mayoría absoluta, 55 escaños, necesitarían más apoyos, eso suponiendo que Susana logre renovar el acuerdo con IU, cosa harto difícil. Ella tenía información sobre la muy probable debacle de IU pero disolvió confiada en aumentar sus escaños y no lo consiguió. Su acierto es, a mi juicio, más que dudoso.
El PP ha reconocido sus malos resultados y poco queda por decir. Contra Rajoy, no contra el candidato del partido, han hecho campaña todos los demás mezclando la política nacional con la autonómica, acusándole todos de humillar a los andaluces y de causar todos sus males, eludiendo los socialistas e IU cualquier responsabilidad como si nunca hubieran gobernado en Andalucía. Pese a que el PP ha ganado en algunas capitales y no se ha derrumbado como la UCD de los ochenta o el PASOK hace unos meses deberá tomar nota de su fracaso y comenzar a tratar mejor a Ciudadanos si lo necesita en las elecciones de mayo o en las generales de diciembre. Gran fracaso el de IU y escaso el empuje de Podemos lejos de sus alocadas pretensiones. Ninguna sorpresa en ello, si acaso en el infinito número de ingenuos que confiaban o temían verlos gobernando ya en Andalucía y en diciembre en España. Lo de Syriza es en Grecia, con premio y de milagro. Éxito el de Ciudadanos que se dibuja como bisagra con cierto futuro si no sucumbe a las dificultades de organizarse en toda España. Lo ocurrido a Rosa Díez puede repetirse. De momento, excesivos deberes a Susana Díaz con lo de Griñán y Chaves. ¡Cuidado con las exageraciones a lo Torquemada!
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