Opinión | Desde Los Cantones

Celso Ferreiro

La perversión del lenguaje

Los cambios políticos han traído como consecuencia que en los Estados totalitarios se haya querido imponer rigurosamente la defensa del idioma (nada de extranjerismos), grave equivocación porque en la vida de las lenguas existen elementos básicos contrapuestos que deben ser estimados: la tradición y la innovación. En nuestra cultura se trata de descifrar, en ocasiones, una línea de comunicación pervertida, en la que palabras como "libertad" o "fraternidad" parecen haber perdido su sentido. Cuenta el eminente jurista Juan Antonio Sagarduy que, en la redacción del Estatuto de los Trabajadores, hubo de sustituirse la palabra "deslealtad", como causa de despido, por "transgresión de la buena fe contractual", porque la deslealtad como la fidelidad, tenían aromas "franquistas". Actualmente, palabras de frecuente uso como "identidad" suelen emplearse como coartada de exclusión, "diversidad" (falta de referencias culturales), "singularidad" (identidad ante la globalización imperante), "consenso" (chalaneo o sustitutivo del funcionamiento de las instituciones). La perversión, referente a la simbología, ha logrado que la bandera nacional sea una seña de identidad, en algunos casos, vergonzante. En Galicia, resultó curiosa la cerrazón radical cuando aquel ilustrado Valedor do Pobo, don Benigno López, trató de explicar que, en el ámbito jurídico, honor y honra no son lo mismo, aunque en idioma vernáculo los dos términos se expresen con el mismo vocablo. Don Carlos Varela, el fiscal superior de Galicia que se va, es un destacado cultor de nuestra lengua. Su marcha es muy sentida, especialmente en los sectores galleguistas, donde aseguran que el gallego es un idioma más apropiado en el campo jurídico, frente al español, más pomposo y artificial. En tiempos del bipartito Touriño-Quintana, el señor Varela colaboró en la defensa del patrimonio cultural, en la mediación familiar y en los derechos de los consumidores. La perversión del idioma continúa, aunque en el siglo XX, el siglo del miedo, en palabras del profesor Ferrán Caballero, destacó la vejatoria función de palabras dignas, usadas para sembrar lo ignominioso y maquillarlo con solemnes resonancias.

Otrosidigo

Durante los diez años que permaneció en su cargo al frente de la Fiscalía Superior de Galicia, don Carlos Varela, nos informan, no actuó nunca ante estrados judiciales. Ciertamente no era esta una función de obligado cumplimiento. Sin embargo, no es infrecuente que los fiscales superiores tomen para sí las grandes causas. En Galicia, hemos registrado las del Prestige, Alvia, Códice Calixtino, entre otras, en las que el señor Varela no tuvo protagonismo público.

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