Opinión
José Antonio Portero Molina
A vueltas con la corrupción
Escribí el jueves que con el adelanto electoral Susana Díaz se equivocó. Dilapidó la seguridad de un socio leal y le costará dar con la tecla de la estabilidad. Era innecesario para frenar a Podemos. Desde el éxito de Pablo Iglesias en las europeas estaba claro, y aquí quedó escrito entonces y después, que la lógica complejidad de la política democrática en un país plural y de economía abierta se encargaría de rebajar sus ínfulas. Nunca tuvo la menor probabilidad de gobernar ni de ser cabeza de la oposición como se autoproclamó Iglesias retando a Rajoy. Es incomprensible que tantos periodistas y analistas, por frivolidad o ignorancia, hayan sobrevalorado a Podemos desconcertando a la opinión pública y al electorado hasta condicionar el voto en Andalucía en perjuicio de otras fuerzas serias. Puede seguir camelándose a los votantes de IU y del sinfín de grupúsculos registrados como partidos sin serlo, pero para ocupar establemente un espacio político no basta con eso. Si Podemos apoya al PSOE andaluz, casta donde las haya, durará muy poco y si se dedica a ser la oposición vociferante, como AGE en el parlamento gallego, tampoco llegará lejos porque no basta con denunciar la corrupción, protestar y proponer imposibles.
También UPyD ha hecho bandera de la lucha contra la corrupción pero su combate es muy serio y lo demuestra en algunos procesos judiciales iniciados gracias a su denuncia y actuación. No son los únicos en esta labor, desde luego, pero destacan en ella. Tanto que sus pésimos resultados en Andalucía, merecidos por otros motivos, vuelven a suscitar la reflexión sobre la escasa o nula incidencia de la corrupción en los votantes de los partidos en ella involucrados. Los episodios de corrupción conocidos tras las elecciones ratifican lo ya sabido, que el PSOE allí ha tejido una red clientelar con mucho dinero de por medio, coacciones y enchufes que no es ajena a su prolongadísima instalación en el poder y a la enorme dificultad que supone el desbancarlo. Una realidad que revela cómo los muchos beneficiados por la corrupción la justifican de mil maneras y la apoyan de modo que quien denuncia se convierte en un proscrito a quien hay que cerrar como sea el camino al poder para que no desvele las prácticas infames del gobierno y su partido. Pero la corrupción tiene otra cara también perversa y sus efectos los hemos conocido esta semana en Galicia.
El TSXG ha dejado en nada la acusación a Paula Prado, diputada y portavoz del PP, de corrupción en el caso Pokemon, y la Audiencia Provincial de A Coruña ha absuelto a los siete concejales del PP de Santiago condenados a nueve años de inhabilitación por un episodio menor ligado a Pokemon. Hace un año fueron acribillados por la oposición y los medios y cesaron en sus cargos democráticamente obtenidos. Acierta Felipe González al decir que la sola imputación no debe incapacitar a un político. Demasiados linchamientos de políticos, justificados ahora con esas simplezas de que es un riesgo que les va en el cargo y el sueldo, que son gajes del oficio o aquello tan manido de la mujer del César. Dejemos trabajar a la Justicia y mucho ánimo a Fernando Suanzes en su lucha contra la corrupción desde su puesto en la Fiscalía del TSXG. Que acierte con el saque, el revés, el drive y la bolea.
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