Hace apenas unos meses Pachi Vázquez se aferraba al escaño. No tenía intención de dimitir ni siquiera cuando se señalase fecha para el juicio. Pensaba apurar al máximo los plazos, convencido como está de que, aunque acabe sentándose en el banquillo por los presuntos enchufes de su época de alcalde de O Carballiño, acabará siendo exculpado. Incluso se especulaba con que estaba dispuesto a irse al grupo mixto si su partido le expulsaba, en aplicación estricta del código ético al que están sujetos los cargos públicos socialistas. Ni siquiera pareció venirse abajo hace unos días cuando, rechazadas sus alegaciones, el instructor del Tribunal Superior de Xustiza declaró concluso el sumario, ya solo pendiente de la decisión de procesarlo o no, que en su caso se no se demoraría más allá de unas semanas.

Ahora Vázquez renuncia a su escaño en el Parlamento gallego y lo hace por sorpresa. Únicamente sus más íntimos, en O Hórreo y en el entorno personal, estaban al tanto del anuncio que se materializó este lunes, en una convocatoria urgente de rueda de prensa con una hora y media de anticipación. Como reconoció el propio interesado, la repentina decisión no le fue comunicada previamente a su sucesor en la secretaría xeral del Pesedegá, de modo que Besteiro se enteró de la noticia después de que Pachi se lo contara al grupo parlamentario y casi al mismo tiempo que los periodistas. Todo un gesto, sin duda cargado de intención y significado, y dirigido no solo al aparato del partido, sino también a quienes le enviaron últimamente mensajes inequívocos aconsejándole el mutis.

Con lo que para algunos en la plana mayor del PSOE gallego constituye un movimiento táctico, Vázquez pierde voluntariamente su condición de aforado. Justo antes de señalar día y hora para el más que previsible juicio, el Tribunal Superior tendrá que remitir la causa al juzgado territorial al que le corresponda. Se las verá por tanto con la Justicia ordinaria, que de hecho ya está investigando si la política de personal de Pachi en el Ayuntamiento carballiñés fue imitada por su sucesor, el también socialista Carlos Montes, y los correspondientes concejales delegados de personal o la que fue alcaldesa en funciones.

Los asesores del exconselleiro de Medio Ambiente de la Xunta bipartita creen que el juzgado de O Carballiño actuará con menos prejuicios políticos que la sala de la máxima instancia judicial autonómica. Llegado el caso, será enjuiciado como un ciudadano de a pie, sin los privilegios que pueda comportar un acta de diputado o la carga negativa inherente al desempeño de un cargo orgánico de máximo nivel en un clima como el actual, donde el interminable carrusel de escándalos de corrupción, convierte a todos los actores de la vida pública en sospechosos, mientras no se demuestre lo contrario.

No se puede hablar, por ahora, de un adiós de Vázquez. Él mismo deja claro que no renuncia a la militancia ni piensa apartarse de la política activa, aunque tendrá que ganarse la vida como médico en el Sergas. Parece más bien un hasta luego. Es como un paso atrás, un echarse a un lado y refugiarse en la orilla, a la espera de que pase el temporal judicial y se calmen las aguas que ahora bajan bravas llevándose por delante todo lo que encuentra a su paso. Se equivocan los que a partir de hoy den a Pachi por amortizado. Según los que le tratan de cerca, en su mente está el volver al ruedo, si las circunstancias se lo permiten. Aunque en esta batalla judicial se lleve un varapalo, no da la guerra por perdida. A poco que tenga ocasión, se reinventará adaptándose al escenario que viene para abrir una nueva etapa en la cosa pública, y con las siglas que sea, si lo apartan del PSOE. Es lo suyo, lo lleva en la sangre.