Hace más de un mes, querida Laila, te decía que Ciudadanos es "el comodín del bipartidismo y sirve para garantizar la supervivencia en el poder de cualquiera de sus dos polos. No tiene, por tanto, un objetivo propio y fijo, sino subsidiario y variable en función de la jugada que tenga que completar: la más conservadora cuando apoye al PP o la más matizada cuando apoye al PSOE, que las dos cosas hará". Y así está sucediendo y así, de comodín, se le empieza ya a calificar por más de un comentarista político. Es el papel perfecto de un partido de centro a ultranza en un modelo bipartidista imperfecto, como el vigente.

Ciudadanos se ha convertido en un partido necesario para el modelo binario, pero no solo porque otorgue el poder, ora a uno ora al otro sino, sobre todo, porque se convierte en un catalizador para llevar a cabo reformas cosméticas que para los grandes partidos son imprescindibles por exigencia de la ciudadanía, pero que los viejos aparatos son incapaces de realizar. Observa, querida, que la opinión general de buena parte de los aparatos del PP y del PSOE y del grueso de la militancia de los dos partidos es que resultan imprescindibles dos cosas: la apertura democrática y la regeneración de los partidos y su limpieza de la corrupción que pudre ya las estructuras partidarias y a las propias instituciones. Pero, a pesar de esta convicción, los dos partidos son incapaces de establecer medidas concretas y eficaces que incrementen realmente la participación democrática de sus afiliados y simpatizantes y que depuren responsabilidades de los corruptos y los expulsen de las organizaciones. Lo primero no pueden hacerlo porque los cuadros intermedios de los partidos se resisten a perder poder y las cúpulas a compartirlo, y lo segundo tampoco pueden abordarlo de oficio porque muchos de sus cuadros y representantes están implicados hasta las cejas en la corrupción y extraen de ella pingües beneficios. Por eso es lógica la tesis de que la regeneración de estas organizaciones solo será posible cuando pierdan efectivamente el poder. Pues bien, contra esta lógica es contra la que actúa Ciudadanos que ofrece la posibilidad de impulsar algunos cambios cosméticos en los viejos partidos sin que pierdan el poder, haciendo que las tramas corruptas y los aparatos, resistentes, de las dos organizaciones traguen con algunas reformas a cambio de su apoyo para que sigan en el machito. Por eso, amiga mía, las reformas que viene a imponer Ciudadanos para nada tocan un cambio de modelo económico, o productivo, o de preceptos constitucionales periclitados sino únicamente limpieza de corruptos, mejoras en la democracia interna de los partidos y algunas prioridades esenciales de carácter social que, aún siendo elementales, más cosméticas que de fondo y de mínima coherencia ética, el PP y el PSOE son incapaces de abordar sin la presión externa de Ciudadanos, que los obliga bajo amenaza de la pérdida del poder; cosa que para nada conviene a los aparatos burocratizados y profesionalizados de los partidos o a las rémoras de la corrupción adosadas siempre al que manda.

Los cuadros de Ciudadanos, en general, y Albert Rivera, en particular, no se cansan de destacar su papel de comodín como una muy importante, inédita y limpia aportación de su partido al saneamiento general de la política y a la limpieza de una corrupción alarmantemente extensa e intensa, y "hay verdad en ello", pero no ven o no dicen que los cambios que impulsan son de mero atrezzo para permitir la supervivencia del modelo bipartidista que nos ha traído hasta aquí.

En definitiva, querida, que el comodín solo hace posible la jugada ganadora del tahúr, que sigue desplumándonos.

Un beso.

Andrés