No fue un programa de gobierno ni tenía por qué serlo pero tampoco una alocución sin importancia, por el contrario, fue un discurso lleno de claves que trascienden a la Marea coruñesa y ayudan a entender mejor el enorme movimiento popular que acaba de conmover los cimientos del tradicional sistema de partidos en toda España. No sé si lo calculó así el alcalde pero yo así lo vi, sobre todo en sus debilidades, aclaro. Casi al comienzo aseguraba Ferreiro que "o Concello pasa a converterse nunha ferramenta ao servicio do benestar de máis de 250.000 persoas", pero los números dicen que la Marea recibió 37.000 votos de los 120.000 que fuimos a las urnas mientras 80.000 quedaban en casa. Solo excepcionalmente ocurre que un partido consiga más votos que la suma de los restantes pero no ha sido infrecuente en A Coruña donde lo consiguió el alcalde Vázquez en 1987, 1991, 1995 y 1999. En esta ciudad, como en casi todas, el alcalde fue siempre el cabeza de la lista más votada, salvo ahora Ferreiro y en 1979, Merino. Ya sé que al día siguiente de las elecciones lo que importa es quién empuña el manípulo, la vara de mando, quien gobierna la ciudad, pero conviene no olvidar el punto de partida, los votos, para no marearse y perder el norte. Para no olvidar que siempre fue la gente la que votó. Los coruñeses, no los albaceteños o los sevillanos. Los coruñeses de todos los barrios y en todas las mesas dieron el bastón de mando a Vázquez y todos ellos vivieron una jornada alegre e histórica renovada cada cuatro años. Y circularon por los pasillos de María Pita como ahora lo han hecho. Mucho adanismo y bastante demagogia en la alocución del alcalde, en la línea de los planteamientos generales de los distintos movimientos populares de toda España. Algo muy parecido al discurso político de Iglesias al comienzo de su estrellato cuando denostaba la transición, la Constitución, el bipartidismo y la casta. Hoy Iglesias anda ya preparando las elecciones generales y quiere aglutinar a todas las candidaturas populares de estos días en una sola bajo su dirección porque pretende sustituir a una de las patas del bipartidismo, el PSOE, para competir contra la otra sin romper el bipartidismo, naturalmente, porque sabe que el multipartidismo de muchos pequeños impide un gobierno estable. Iglesias va dejando atrás el adanismo y la demagogia y aterriza en la realidad, pacta gobiernos locales y autonómicos con los socialistas, la pata izquierda de la casta. A Iglesias le sobra inteligencia, audacia y astucia.

Ferreiro anunció algunas de sus más importantes líneas de actuación como quien señala en el plano de campaña dónde asentará sus baterías y contra quién. Con un punto de desasosiego pudieron interpretar muchos vecinos sus referencias a las viviendas vacías, a la fiscalidad o a la renta social municipal. Vecinos también, que no se sintieron integrados en la alocución inaugural pese a que nadie, tampoco el alcalde, puede negarles su condición de coruñeses, de buenos coruñeses. Xulio Ferreiro empieza a ser conocido por muchos coruñeses que no le votaron y que, sin veladuras, le temen a él y a su Marea, pero tiene inteligencia, audacia, honradez y astucia sobradas para obtener su reconocimiento. Pasearse con naturalidad con el castellano, acercarse a las gentes del centro, distritos de zona nacional, y recordar a diario los votos que le dieron el manípulo le pueden ayudar a conseguirlo, para bien de todos.