Entre todos los dimes, diretes, información no contrastada y auténticas joyas que pululan por internet, a veces se encuentra uno con algo inesperado y que le resulta valioso. No me refiero a documentos o lecturas buscadas, donde uno va ya a tiro fijo, sino a alguna frase, quizá a un cuento corto o a una reflexión más ligera, encontrados casi siempre al azar. Una de las cuestiones de este estilo que vi últimamente, y que me parece bien digna de contar aquí, abunda en el hecho de que los acontecimientos son siempre susceptibles de diferentes puntos de vista, hasta el punto de que lo que para unos pueda ser una tragedia, para otros puede convertirse en algo realmente bueno. La frase, concretando, habla de que hasta la luctuosa tragedia del Titanic tuvo su lado bueno, mirándolo desde el punto de vista adecuado. Y si no, que se lo pregunten a las langostas de sus viveros, a las que les habría quedado poco de vida en condiciones normales, pero para las que quizá el naufragio fue el comienzo del resto de su existencia.

Buena enseñanza esta, que refleja el hecho, para mí siempre incontestable, de que la verdad no es tan meridiana y llana como a veces se pueda presentar desde una corriente concreta de pensamiento. Todo es más complejo, y cuanto más se profundiza en los conceptos, más aristas presentan estos. Precisamente la Teoría de la Complejidad, hoy asumida por investigadores y pensadores, nos da un soporte lógico para el entendimiento de fenómenos poco abordables desde una óptica más sencilla. Pero déjenme que vaya a lo que iba, a partir de tal hilo argumental de los diferentes puntos de vista. Y es que, hablando de comer y ser comido, tragedias con aristas varias, o maneras diferentes de valorar la realidad, hoy es un día clave. Hoy es 11 de noviembre, San Martiño. Ya saben, el titular de un veranillo que, como no vaya feneciendo, va a suponer un problema importante en términos de las cosechas de este año. Y, como no, una fecha que marca la extinción de la vida de muchos de los porcos que campan por nuestros pagos, para los que el refranero asevera que A cada porco lle chega o seu San Martiño. Aunque esto, que en sentido literal es una verdad como un templo en nuestra Galicia, no acaba de cuajar en su sentido más figurado, como una especie de alegato a una justicia casi telúrica, fundamental o de la naturaleza. Y es que hay quien las hace, gordas y muy gordas, y sigue por ahí, a veces incluso entre alabanzas, de forma inexplicable.

Pero vamos a lo que vamos. Eso, hoy es San Martiño. Una fecha que debería marcar el comienzo de los fríos de invierno y que, en cambio, nos trae máximas históricas. El caso más extremo, Donostia. Desde que se inició el registro de la serie histórica de las temperaturas, en el año 1928, nunca el termómetro había marcado allí 25,6 grados en noviembre. Este domingo pasado, sí. Una situación atípica, que se ha cobrado sus víctimas -algún triste fallecimiento incluido- entre los participantes en la clásica Media Maratón Behobia San Sebastián, que este año se celebró con tal atípica temperatura. San Martiño debería marcar el punto de inflexión, a partir del cual, el frío se empieza a manifestar de forma irreversible y se acaban las concesiones al tiempo templado. A ver qué pasa...

Pero este once de noviembre de San Martiño da para mucho más... ¿Sabía usted que es el Día de los solteros en el país más poblado del mundo? Una alegoría en la que el once del once -cuatro unos- representan árboles desnudos a los que se les han caído las hojas, símbolo de la soltería en China. Una verdadera fiesta de exaltación del consumo -paradojas de la existencia, visto con un poco de perspectiva-, que revoluciona estos días los departamentos de comercio electrónico de las principales firmas del mundo en los campos de la moda, la electrónica o el regalo. Jornadas de máximo trabajo, pues, para quien vende en mercados globales a través de todo tipo de maquinillos...

Cerdos que se nos van, pues, medias maratones, solteros, ventas, ventas y más ventas... Castañas -también apunto-, Teoría de la Complejidad, puntos de vista diferentes y las langostas del Titanic. Ay, cuántos ingredientes diferentes tiene la pizza que hoy les he preparado. ¿Y por qué? Bueno, quizá sea para no hablar de Cataluña y su presente, como hacen mis colegas opinantes y opinadores de buena parte de todos los tabloides. Y es que ya saben -porque se lo he dicho- que para tal guiso ensayo una teoría precisamente compleja, que pondré en común con ustedes, negro sobre blanco, si algún día queda bien cocinada. Aunque quizá algún trazo grueso ya esté escrito, por lo bajini, en este texto un tanto críptico.

Ya saben, si corren vayan con tiento. Si les toca matar al porco, lo siento por todo lo que ello tiene de desagradable. Y si, simplemente, van a intentar disfrutar ustedes de los colores del otoño, sean felices y abran a los conos y bastoncillos de sus retinas toda esa capacidad del mes de Santos de provocar sensibilidad... Y es que la belleza, a pesar de lo gris que se nos pueda antojar la actualidad, sigue estando ahí...