Cuando sopla el viento por la avenida de Buenos Aires y Radio Lluvia emite desde el cielo, A Coruña es pura música. Una ciudad entregada a la percusión, como si el gran Carlinhos Brown tocara los timbales en todas las calles.

Que sepamos, el viejo Atlántico no ha dejado de acompañarnos un solo día con su eterno solo de blues. Esa maravillosa letanía del Orzán en forma de oleaje es el sonido marino más bonito del mundo, tal como determinó el jurado de El sonido del mar tras escuchar más de 600 grabaciones de ciudades marítimas en la localidad polaca de Slupsk.

Ahora recordamos, gracias a la Asociación Metropolitana Coruña 3.0, que aquí nació la primera Sociedad Filarmónica española, la primera asociación de Amigos de la Ópera y la coral en activo más antigua de España. Los coruñeses fueron los primeros españoles en conocer las Sinfonías de Beethoven, asistieron al estreno de Don Giovanni de Mozart dos décadas antes que los londinenses y despertaron el genio de otro gran Pablo, este apellidado Sarasate, con motivo de su debut.

Todo ese legado más el actual, cuyo futuro también es el de 3.500 alumnos de conservatorio que cultivan la música en la capital herculina, impulsa la candidatura coruñesa a formar parte de la red de Ciudades Creativas Mundiales en la categoría musical. El próximo viernes 11 conoceremos el fallo de la Unesco sobre un título al que aspiran una quincena de ciudades de todo el mundo, entre ellas Adelaida (Australia) y Liverpool (Reino Unido).

Sabemos, según los promotores, que las opciones de ganar en esta primera intentona son escasas. Pero eso es lo menos relevante. Lo realmente importante es que esta iniciativa constituye el pentagrama sobre el que se escribe la partitura de una ciudad talentosa, cooperativa e internacional. Podemos apoyar y disfrutar esta aventura creativa que también pretende publicitar la ciudad, promocionar a nuestros jóvenes y potenciar la industria de la cultura. Si somos inteligentes, esta sinfonía no ha hecho más que empezar.